Entre Twitter y la era de las pirámides,
por Karin Ebensperger.
Desde tiempos inmemoriales, Egipto ha sido un Estado bisagra entre el mundo europeo, el asiático y el africano. Ahí se juntan dos océanos: el Índico, que a través del Mar Rojo y del Canal de Suez comunica con el Mediterráneo, y éste con el Atlántico. Antes eran caravanas, hoy modernos barcos gracias al Canal de Suez. Pero desde siempre un Egipto estable ha sido clave para el Medio Oriente. El petróleo y el comercio mundial dependen de los acontecimientos ahí, y su influencia en el mundo árabe, su moderada actitud respecto de Israel y su especial nexo con EE.UU. lo hacen un país fundamental.
Pero tanto el gobierno de Hosni Mubarak, como también EE.UU. e Israel no atinaron a captar que la pobreza del pueblo egipcio, sumada al autoritarismo de décadas, son incompatibles con los cambios globales que vive la humanidad, los mismos que hicieron caer a la URSS y transformaron a China. Mubarak, como otros gobernantes del Medio Oriente, no aprovechó sus años dorados para hacer reformas desde regímenes autoritarios a naciones con una potente sociedad civil y gobiernos legítimos. En el caso de Egipto, como en otros de esa región, sólo se ofrecía un régimen duro y laico al cual se oponen grupos fundamentalistas extremos. No se aceptó el surgimiento de una sociedad moderada y discrepante.
EE.UU. ha apoyado a esos gobiernos bajo el pretexto de que peor es la alternativa fundamentalista. Craso error. Ignorar por tantas décadas a las sociedades del mundo árabe, tratándolas como inmaduras o extremistas por parejo, ha sido una peligrosa falta de visión política, que incluso ayuda a la existencia de grupos extremos como Al Qaeda. Hoy, grandes masas de postergados, incluidos los palestinos, están desafiando vía redes sociales al establishment de los propios gobiernos árabes, y a la visión anacrónica con que EE.UU. ha influido en la región. Y así podrían perder a un aliado clave como lo es Egipto.
El mundo cambió y ningún rincón del planeta se puede mantener inmune a la actual influencia de la sociedad civil que se organiza en la web : así fue en Túnez y cayó el gobierno, así es en Egipto, y, guardando las proporciones, así fue en Magallanes y en Barrancones. Para bien o para mal, es el signo de los tiempos. Una sociedad civil en desacuerdo con una medida gubernamental se organiza vía Twitter o Facebook y puede mover montañas.
Por consideraciones morales y estratégicas, a los palestinos se les debe dar su Estado soberano, a las masas empobrecidas como las de Egipto las deben considerar sus gobiernos, y las potencias como EE.UU. deben ponerse al día en su forma de actuar en regiones como el Medio Oriente.
Lo demás es una bomba de tiempo, y no olvidemos que Israel tiene armas nucleares y que otros países de la región están tratando de obtenerlas también.