Tiempos de paz,
por David Gallagher.
Vengo llegando del cuarto cumpleaños de Sebastián. No el del candidato, sino el de mi nieto. Había una bruja que se robó tres animalitos, pero los rescató el león. La bruja asustó un poco a los niños, pero Sebastián los calmó, cuando la acusó de ser un mero títere.
El cumpleaños me puso en sintonía con esta temporada navideña en que estamos entrando, en que todos nos volcamos a quehaceres privados, quehaceres de familia, buscando la paz y el descanso. Pienso que si quieren prosperar los candidatos presidenciales, también tienen que ponerse en sintonía con ese espíritu de Pascua.
Por eso me sorprendieron Frei y Carolina Tohá el lunes. Frente a la imagen de La Moneda que se usa para hacer anuncios oficiales, la Tohá, con voz dura y expresión de asco, anunció, con Frei a su lado, una guerra de fin de mundo contra “la derecha”, y contra los “negocios” de Piñera, como si un negocio fuera una cosa sucia, como si el país pudiera existir sin negocios y, por tanto, sin empleo, sin producción, sin impuestos. Qué lejos estamos, pensé, de los tiempos de Aylwin, cuando se consolidó la economía de mercado en Chile. Qué lejos de marzo de 1994, cuando algunos amigos de Frei, sin miedo a mezclar negocios con política, invitaron a muchos influyentes empresarios extranjeros para acompañarlo en la transmisión del mando.
Mientras tanto, el comando de Frei hace cuentas alegres con los votos. Que si se suman los de ellos con los de Marco y Arrate, dicen, se da una inmensa mayoría “progresista”. Que como Marco y Arrate vienen de la Concertación, sigue intacta la “mayoría cultural” de ésta. Sin embargo, todos sabemos lo duro que fue Marco con la Concertación, por lo que también se podría decir que hay en Chile una contundente mayoría contraria a ésta y a favor del cambio. La verdad es que ni eso es tan así. Los votantes chilenos ya no están rígidamente aferrados a una tribu o a un partido o a una cultura. Son individuos que analizan los temas en sus méritos. El genio de Marco fue el de entender este nuevo Chile de gente libre y abierta de mente. Increíble que la Concertación no lo entienda, ya que es su obra. Ciega a su propia creación, insiste en la lógica del “Sí” y del “No”.
El éxito de la Concertación durante los últimos 20 años se debió a tres factores. El capital moral que le dio su heroica oposición a Pinochet; el haber reunido a dos de los antiguos tres tercios, y el haber realizado buenos gobiernos, sin hacerle caso a su minoría autoflagelante, opuesta al mercado y a los “negocios”. Los tres factores han perdido peso. La oposición a Pinochet es cada vez más lejana. Por eso mismo, el tercio del centro ya no tiene el deber moral de aliarse con la izquierda. En cuanto a los buenos gobiernos, somos muchos los que los apreciamos, pero pensamos que 20 años es demasiado, que a otros les toca, y que Piñera es bastante más inteligente, por decir lo menos, que su contrincante.
La elección del domingo fue un hito en la historia del país, porque la Concertación perdió su “mayoría cultural”. Todo hace pensar que ahora se está gestando una mayoría cultural alternativa: la del emprendimiento, la libertad, la inclusión y la pluralidad, con una protección social de siglo veintiuno, que nos permita no sólo depender, sino también superarnos.
La candidatura de Marco hizo posible que muchos dieran un paso hacia esa nueva mayoría, sin culpa. En la segunda vuelta, muchos de ellos harán la transición definitiva, permitiéndose votar por un candidato de “derecha”, justo porque ya votaron por Marco. Cabe que ahora la Coalición por el Cambio se abra y abra, para acogerlos y para que se sientan cómodos, como en casa.