martes, febrero 16, 2010

El futuro de la Rencor Certación, por Fernando Villegas.

El futuro de la Rencor Certación,

por Fernando Villegas.

Tras la estupefacción por la derrota, la Concertación comenzará una inmensa y forzada inmigración. De esta masiva pérdida de pegas, sus "pro hombres" se verán libres gracias a puestos de parlamentarios y contactos de alto nivel. Desde su rol opositor, intentarán, al mismo tiempo, aparecer como colaboradores y torpedear todo lo propuesto por el nuevo gobierno.

No es fácil perder el poder luego de haberlo ejercido durante 20 años. Es un trauma inimaginable, inconcebible. Mucha gente de la Concertación sencillamente no puede creerlo y continúa sintiendo una enorme estupefacción. ¿Cómo fue posible? ¿Acaso soñamos? Y en medio de ese pasmo los abruma un inmenso dolor del cual aun no se reponen; sienten que se les hizo una injusticia y el pueblo -"estos rotos de mierda mal agradecidos"- los apuñaló por la espalda; son entonces víctimas de una colosal ingratitud. En seguida los ha enconado la etapa de los reproches, de la que tampoco se han logrado recuperar: esto no hubiera pasado, se dicen, a no ser por la vanidad y ambición de Enríquez-Ominami, la primera entre otras mil explicaciones y acusaciones.

Como si eso no fuera bastante sufrimiento, a partir del día siguiente los ha aplastado algo aun mucho peor, negro como la noche más oscura y para lo que no hay consuelo, un suceso en verdad irremisible e irrecuperable: la inminente pérdida de miles de pegas amasadas a lo largo de dos décadas de ímprobos esfuerzos por darle ingresos a quienquiera contara con voz y voto para la próxima elección del respectivo comité central del aparatchik. Tomando en cuenta el espectro del sistema de repartición de cargos, el cual combinaba flagrantes sinecuras con cargos reales, hablamos entonces de una inmensa y forzada emigración mucho más tumultuosa que la huida de los hijos de Israel desde las inclementes tierras del faraón. Esta incluirá a ministros, subsecretarios, miles de pitutos de imposible descripción, destinaciones especiales, asignaciones varias, asesorías, jefaturas, comisiones, directorados, jefaturas de departamento, gerencias y a los miembros de cientos de gabinetes fiscales de otros tantos personeros de la administración pública, cada uno de los cuales equivale a una pequeña corte de periodistas, asesores, cosmetólogos y un gran elenco; a eso se sumarán miles de cargos comunes del aparato público, muchos de ellos accesorios, adventicios, innecesarios, para no hablar del eclipse de los asesores transitorios capaces con un "cut y paste" de informar acerca de la importancia del agua para la navegación, lobbystas cuya pega se basaba en su cercanía con el poder y, en fin, un larguísimo etcétera. Más aún, agréguese que entre esos miles de fulanos cuyos nombramientos se debieron a sus identidades políticas, rara vez a sus capacidades, una importante cantidad nunca conoció otra destinación que las recibidas en todos o algunos de los gobiernos de la Concertación, al punto que hay gente que no ha experimentado otro ámbito que no fuera el de las dependencias del Estado, porque iniciaron su vida laboral -si acaso así podemos llamarla- dentro de la administración pública.

Rencorosos

De los sufrimientos que se derivarán de esta pérdida masiva de pegas los pro hombres de la Concertación se verán relativamente libres; los defienden sus intocables pegas como parlamentarios y/o sus contactos de alto nivel, los cuales les asegurarán en el peor de los casos la membresía en el directorio de ONG, institutos de estudio, universidades y/o hacerse parte del elenco de conferencistas itinerantes que recorren el mundo impresionando a señoras jubiladas o viudas, con temas del mayor interés y sano esparcimiento. Pero paradojalmente son estos, quienes tienen salvavidas, los que más muestras de rencor han dado. Es de suponer que a los otros, los pequeños, nadie les prestará tribuna para llorar en público sus amargas penas. Simplemente se irán para la casa y a partir del próximo domingo, en el diario, deberán abrir la página de los anuncios donde se "define el perfil del cargo".

Los barones de la política intentarán, por su parte, cuadrar el círculo: aparecer como colaboradores "en todo lo que sea de bien para el país" y al mismo tiempo torpedear todo lo posible lo propuesto por el nuevo gobierno. Los animará un rencor insalvable, una mala leche indigerible. Su odio escolar por los "fachos", relativamente suavizado durante los 20 años de vacas gordas, emergerá con renovada fuerza. Su fastidio con todo lo que suene o huela a "momio", sus resentimientos personales y de clase, la inquina por los agravios que sufrieron, todo eso demostrará no haber sido nunca superado sino sólo apaciguado por el bálsamo calmante de los buenos pitutos. Las contemporáneas expectoraciones de Fulvio Rossi son una muestra de lo que se puede esperar de la "oposición constructiva".

Aun peor…

Pero aún más difícil les será fingir que aun hay una Concertación en existencia, esta vez a cargo de "hacer oposición". Concertación significa, en el diccionario y en la política, el acto de concertarse entre varios para intentar en conjunto un fin compartido. Por eso y para eso fue creada la Concertación, como artilugio cuyo fin era acabar con el régimen militar y recuperar la democracia. Para ese fin estas personas y colectividades que se concertaron eran imprescindibles: representaban el país dolido y el país fastidiado y estaban dispuestas, además, a negociar lo que fuera. Una vez cumplido ese cometido, ¿qué restaba? Luego de Aylwin, las presuntas metas de cada gobierno no fueron sino genéricas y dietéticas declaraciones de buenos deseos que hubiera podido suscribir Atila, el rey de los Hunos. Nada de específico había en ellas y, sobre todo, nada que los pusiera en épico conflicto con la derecha.

En lo principal hicieron lo que esta hubiera hecho y los conflictos no fueron sino escaramuzas menores, la mayor parte en el campo "valórico", ámbito en el cual, perdonen la franqueza, nada pincha ni corta.

Una sola cosa les permitía aun concertarse y esa sola y única cosa era el poder mismo, el mantenerlo, aferrarse a él y hacer de la Concertación el Reich de los Mil Años. Perdido eso, ¿qué les queda? ¿Qué banderas levantarán? ¿Acaso las de la izquierda dura, en manos de otros y que además no representan más del 5 ó 6% del electorado? ¿Las de la justicia social y el apoyo a los pobres, que sin duda tomará Piñera, si no las ha tomado ya y que posiblemente gestionará mejor? ¿Se convertirán en social-demócratas de último minuto cuando todos lo son o lo proclaman? Ciertamente, la Concertación no subsistirá sobre la sola base de amenazar con expulsiones a quienes no cierren filas. No va a preservarse acusando de traidor a Ravinet. No durará llamando a sus cuadros más destacados a no prestarse a ninguna forma de colaboración. Unica base real de existencia de un movimiento político -y esto es de perogrullo- es tener una dirección clara y contundente adonde dicho movimiento se mueva. Pero lograr eso no es igual a fantasear con algún lema de marketing, No es cosa que se determine en una asamblea doctrinaria celebrada en un balneario. Es materia de pensamiento profundo, verdadera inquisición en la naturaleza de las cosas, reflexión sobre problemas y tareas, descubrimiento de nuevas miradas. De dichos procesos mentales emergieron los socialismos, la democracia cristiana y toda organización política con significado, bueno o malo. ¿Acaso de siquiera una sombra de eso, como mezcla de pensamiento resignado y cierto sublime oportunismo, no surgió la Concertación misma?


Este Artículo fue tomado de Diario La Tercera, consideramos que es una brillante descripción de la falta de valores de una concertación que gracias a Dios dejará el poder en 24 días más.