viernes, agosto 22, 2014

Los candidatos ganosos ya son 25, por Sergio Melnick.





Los candidatos ganosos ya son 25,
por Sergio Melnick.


Entre los muchos errores de nuestra clase política, el acortamiento del período Presidencial sin posibilidad de reelección es especialmente grave. Cuatro años no le da espacio a ningún Gobierno para plantear reformas realmente estructurales, y es tragado por las contingencias. Si por alguna razón se tropieza al inicio, es muy difícil recuperarse. Es el caso del actual Gobierno.


En estas circunstancias ocurre que se precipita inevitablemente la carrera Presidencial, lo que es dañino para cualquier administración. A cinco meses del inicio del Gobierno, el tema ya llegó para quedarse. Lo interesante es observar quienes son los “ganosos” (declarados o no) y monitorear cómo se va a ir desenrollando la madeja.
Veamos los personajes en cuestión. Resaltan de inmediato los que podrían llegar a la final, que son Piñera, ME-O y Velasco. Ellos tienen que ordenar filas y generar alianzas con los partidos tradicionales, lo que no es cosa fácil. ME-O requiere a la Nueva Mayoría, Piñera a toda la Alianza, más algo, Velasco un decidido apoyo de la DC, que tendría que dividirse.


En las tiendas tradicionales, los aspirantes al trono son a mí entender los siguientes: En el PPD Girardi, Lagos Weber y Tohá. La pole position la tiene Lagos Weber, afirmado por el manejo del tema tributario. En el PS la cosa es más difícil, probablemente saldrá la carta de Isabel Allende. El PR insistirá una vez más con Gómez en las primarias, pero es sólo un gesto simbólico. El PC no tiene cartas Presidenciales por el momento, pero podría ir a primarias con una versión 2.0 tipo Arrate, dependiendo cómo vea el escenario.
En la DC los ganosos son Pizarro que no lo puede evitar, Ignacio Walker, y Ximena Rincón la mejor carta, con Orrego que ya trató. Eduardo Frei también quiere, pero no hay por dónde. RN tiene su propia fiesta, y hay al menos tres candidatos claros: Allamand, Ossandón y Espina. Por el costado tratará Lily Pérez que ha señalado su intención Presidenciable a quien la quiera escuchar, y sin posibilidad alguna.


La UDI es difícil. Coloma es uno sin duda y ha sido muy mencionado en el partido, Matthei quizás a la revancha, Lavín siempre listo, y Moreira lo ha dicho, aunque nadie se lo crea. El mejor es Longueira, y veremos cómo va su recuperación.


Aunque marginales como candidatos, son la sal y pimienta de estos procesos y algunos podrían insistir en la contienda. Me refiero a Roxana, Tomás, Claude, Sfeir. Parisi es más difícil ya que terminó muy machucado.


Aún no hay caras realmente nuevas, que quizás son las que más se necesitan. El cambio del sistema electoral es posible que deje heridos y algunas pugnas y de ahí podrían salir nuevos candidatos.


 Como vamos es posible que terminemos en el 2017 con 25 partidos o más, y con tendencia inexorable a los tres tercios. A mi juicio no es compatible con un régimen Presidencial como el nuestro. Con un Parlamento que se seguirá fragmentando, la Gobernabilidad será difícil, y las minorías arbitrarán a su antojo desorientando las mejoras prácticas de políticas públicas.


Se necesita repensar el sistema político completo antes de seguir haciendo parches que sólo empeorarán la situación de Gobernabilidad. Esto incluye un mejor equilibrio de los tres grandes poderes del Estado. La idea de ME-O de un sistema semipresidencial y unicameral es la que más me gusta.

martes, agosto 19, 2014

Sociedad de derechos, por Mariana Aylwin.





Sociedad de derechos,
por Mariana Aylwin.

Me tocó seguir una interesante discusión entre personas que, teniendo una visión política común, viven realidades diferentes en comunas distintas de Santiago. El tema debatido era la importancia de fortalecer la educación pública para disminuir la segregación. Los mejores argumentos corrieron por parte de quienes tenían hijos o nietos en la educación privada pagada, residentes de los sectores más acomodados de la ciudad. Con pasión, se defendió la tesis de invertir más recursos y dar mayores atribuciones a la educación provista directamente por el Estado y disminuir la educación privada subvencionada para nivelar la cancha. Quienes rechazaron tal idea con similar pasión fueron quienes tenían a sus hijos en colegios privados subvencionados. Postularon que sería injusto no dar un trato igualitario a colegios que atienden estudiantes similares. Que ello perjudicaría el esfuerzo que hacían las familias por buscar las mejores alternativas para educar a sus hijos. Añadieron que no confiaban en una mejoría de la educación provista por el Estado. A su juicio (o prejuicio), los docentes del sector público no tenían motivación por enseñar, estaban cansados, faltaban a clases frecuentemente, adherían a paros y manifestaciones. Por su parte, las escuelas estaban sucias, la infraestructura no se cuidaba, no había responsables de lo que pasaba. En esa reunión nadie tenía a sus hijos en la educación Municipal, pero las expectativas sobre ella y su posibilidad de cambio en el futuro eran diametralmente opuestas.


Me parece que esta discusión da cuenta del cambio cultural ocurrido en Chile. Estamos en presencia de una sociedad más empoderada y con mayores expectativas, que aspira a lo que los privilegiados ya tienen: oportunidad de elegir y de exigir. Podrá gustarnos o no gustarnos, pero hemos construido una sociedad de derechos que las personas quieren ejercer, y, también, una sociedad de consumo, en la cual los criterios del mercado no sólo están en los instrumentos, sino que además incorporados en la cultura.


Siempre he pensado que hay un desdén paternalista en quienes critican la sociedad de consumo desde una vida en que el consumo es algo natural, que se realiza casi sin conciencia. Y que hay una suerte de despotismo ilustrado de quienes, desde las alturas, pretenden decirles a los ciudadanos qué es lo mejor para ellos, que —por lo general— no es lo mismo que ellos hacen. Por ejemplo, suponer que lo mejor para la inclusión es que la gente mande a sus hijos a la educación pública y que disminuya la educación privada subvencionada, pero yo llevo a mis hijos a la educación pagada.


La ciudadanía quiere opciones diferentes y de calidad para poder elegir entre ellas. El temor de los padres frente a la reforma educacional tiene que ver con el sentimiento de que pueda afectarse su derecho a elegir y a exigir. Lo interesante es que se trata de otra voz ciudadana, tan potente como la de los estudiantes. Éstos pusieron la demanda por la igualdad y la inclusión. Sus padres han puesto el acento sobre el derecho a elegir y exigir. El desafío es no considerarlas como demandas opuestas, sino como complementarias.


Nota de la Redacción:


Por su calidad de militante de la democracia cristiana la Señora Aylwin está muy lejos de nuestra visión de país, pero, creemos que ella ha evolucionado para bien al no intentar subordinar lo que conviene al país a las estrechas visiones partidarias.