miércoles, febrero 19, 2014

El Estado bolivariano hace agua, por Alejandro Cajas.



Inquietante imagen de paramilitares y policía venezolana reprimiendo a estudiantes que protestan por seguridad, Justicia y el inalienable derecho a encontrar los alimentos básicos.





El Estado bolivariano hace agua,
por Alejandro Cajas.


Se supone que el rol principal del Estado es ejercer el monopolio de la fuerza y aplicar el derecho. Todos le cedemos parte de nuestra libertad para que garantice nuestra seguridad y administre la Justicia. En el caso del Estado venezolano, esta premisa original no se ha cumplido y con eso ha llevado a su pueblo al caos, el enfrentamiento y la violencia.


Muchos pueden estar sorprendidos por el protagonismo que ha tenido la crisis venezolana en nuestros medios de comunicación. Al finalizar el mes pasado, diversos hechos de inseguridad fueron denunciados en varias universidades de Venezuela. Entre ellos, un robo masivo en la Universidad Santa María, otro en una sala de clases en la Universidad Alejandro Humbolt, el apuñalamiento de un estudiante de medicina en el Hospital Pérez de León y, el más grave de todos, el intento de violación de una estudiante de la Universidad de Los Andes. No es extraño que hayan sido los estudiantes universitarios, hastiados de estos delitos, los que convocaron a las marchas para reclamar al Estado el cumplimiento de su rol: garantizar la seguridad y administrar la Justicia.


La Organización Mundial de la Salud (OMS) habla de una “epidemia de homicidios” cuando son asesinadas 10 personas por cada 100 mil habitantes al año. Según cifras oficiales y de la ONG Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), en Venezuela los homicidios fluctúan entre 39 (oficial) y 79 (OVV) por cada 100 mil habitantes. Esto es, entre 11 mil y 25 mil muertos por violencia sólo el año pasado. En Chile, para tener una comparación cercana, con algo más de la mitad de habitantes que Venezuela, el registro es de cerca de 500 homicidios en un año. Es evidente, entonces, que la violencia e inseguridad se han apoderado de las calles venezolanas y la situación sólo empeora cuando esos crímenes no son perseguidos por la Justicia.


La promesa de mayor bienestar, seguridad y paz para los venezolanos está largamente incumplida. El socialismo del siglo XXI —alabado en Chile por ciertos sectores políticos, gremiales y estudiantiles—, que prometía superar los males del corrupto régimen anterior y evitar los errores del fracasado socialismo autoritario del siglo XX, parece haber perdido su máscara democrática. El modelo de poder caudillista y de clara estructura militar creado por Hugo Chávez y administrado por el Presidente Nicolás Maduro, el denominado socialismo bolivariano, basado en una estructura clientelar, con control Estatal férreo sobre la economía y dirigido por una oligarquía de funcionarios del partido Gobernante, ha debilitado el Estado de Derecho y ha comenzado a fracasar.