El Transantiago sigue en deuda
Por Ana Luisa Covarrubias
Por Ana Luisa Covarrubias
A un año de su inicio, el Transantiago aún está lejos de lo prometido por el ex Presidente Lagos cuando inauguró la primera etapa, en octubre de 2005. Efectivamente se produjo una revolución en el transporte público, pero dejó muchos heridos en el camino, especialmente usuarios de menores recursos.
La planificación centralizada y los recortes presupuestarios produjeron un déficit de cobertura, alto número de trasbordos, un tamaño flota insuficiente, fallas tecnológicas y nula información a los usuarios. Ello, unido a la falta de incentivos para que los operadores cumplieran los contratos, aumentó los tiempos de viaje y generó altos niveles de incomodidad en metro y buses.
Encuestas realizadas por Libertad y Desarrollo en octubre de 2006 y marzo de 2007 revelaron un aumento de 13 minutos en promedio en los tiempos de viaje, y que los trasbordos y ocupación del metro se duplicaron. La evaluación de calidad del servicio por los usuarios bajó de 4,6 a 4,0.
Sin embargo, el gobierno siguió procediendo centralizadamente al rediseñar recorridos, aumentar el número de buses y paraderos, instalar zonas pagas y establecer vías exclusivas. El Metro aumentó el horario diario de operación, los carros y las frecuencias, y estableció servicios expresos.
Por último, se modificaron los contratos, eliminando la exclusividad de servicios por zona de la ciudad y estableciendo incentivos para que los operadores cumplieran con los requerimientos de número de buses y frecuencias.
De acuerdo a información oficial, ello dio lugar a que entre marzo y diciembre las validaciones aumentaran en un 17% y la proporción de usuarios que espera más de 10 minutos se redujera de un 21% a un 11% entre julio y septiembre. A pesar de ello, existe un 30% de déficit de viajes, un tercio del cual se explica por los trasbordos entre líneas de metro. Ello deja un 22% que podría deberse a niveles de evasión, pérdida de usuarios o error en la estimación de la demanda.
En términos financieros, a pesar de las promesas de llegar a diciembre con un déficit de US$ 10 millones, éste alcanza a US$ 40 millones, por lo que, de no mediar cambios, nos enfrentamos a un déficit de US$ 480 millones para 2008.
Es urgente recuperar la demanda y estabilizar financieramente el sistema. Para ello, se requieren cambios mayores en los contratos con los operadores, para generar un esquema competitivo, donde los ingresos dependan de pasajeros transportados y los incentiven a estar atentos a las demandas de los usuarios y mejorar el nivel del servicio. Se requiere, además, sincerar la tarifa y establecer un subsidio decreciente en el tiempo, que llegue directamente a los más pobres.