Chile habló fuerte y claro.
Chile hablo fuerte y claro demostrando un severo cansancio con la ineptitud, un terrible desaliento al ver el rápido avance de la corruptela, un feroz abatimiento y desesperación ante los avances de la delincuencia, además, un aburrimiento fuertísimo ante la falta de ideas que demostró el oficialismo durante 20 años.
Las dos décadas en que Chile ha tenido ingresos inigualables, cuyo dinero lo mal invirtieron o simplemente se lo robaron, mientras los chilenos continuamos sufriendo de una educación inadecuada, una salud vergonzosa, una falta de oportunidades que corta las alas de las nuevas generaciones.
El pueblo de nuestra Patria entendió claramente la necesidad de un cambio profundo, que reemplazara a quienes tan mal han ejercido el poder, aunque su desfachatez haya sido tapada con los inmensos ingresos del cobre, llegando a la conclusión que era imprescindible la alternancia en el poder o el simple desalojo.
El mensaje, para ganadores y perdedores es el mismo, la ciudadanía perdió la paciencia y no está dispuesta a aceptar el cumplimiento de las promesas, ni la incapacidad o el derroche de los dineros públicos, el pueblo se cansó de la falta de honestidad y la aguda falta de aoto crítica de nuestros políticos.
Con dolor vemos que algunos dirigentes de la concertación son refractarios a las “recomendaciones” populares y pretenden apernarse en los cargos directivos de sus partidos, a los que ellos mismos han desprestigiado con su falta de capacidad y soberbia de sus actuaciones.