martes, septiembre 01, 2009

Intervención de Sebastián Piñera en Fundación para la Superación de la Pobreza.



Intervención de Sebastián Piñera
en Fundación para la Superación de la Pobreza.

Buenos días:
Quiero agradecer a la Fundación por la invitación, por el trabajo que ha hecho en estos 15 años y por estas propuestas de “Umbrales Sociales para Chile”.

Yo quiero plantear en forma lo más fuerte y claro, que hoy día Chile está preparado para derrotar la pobreza. No es una utopía, no es un sueño, es algo que está al alcance de nuestras manos. Voy a dar una sola cifra: sabemos que tenemos más de dos millones de chilenos viviendo en pobreza y más de medio millón en pobreza extrema y detrás de esas cifras hay familias, hombres, mujeres y niños. Pero también sabemos que la brecha de la pobreza, es decir el porcentaje del ingreso nacional que tendríamos que transferir a esas millones y millones de personas viviendo en pobreza para lograr que abandonaran esa indigna condición, es menos del 1% del producto nacional. Y por lo tanto, a diferencia de países como Haití, en que esa misma cifra es más del 100%, o sea es una tarea imposible sin la ayuda internacional, u otros países latinoamericanos, donde esa cifras son 30%, 40% y por tanto, requeriría una verdadera revolución, en nuestro país derrotar la pobreza es absolutamente posible. Y si es posible, nada ni nadie debieran desviarnos de esa tarea.

En primer lugar constituye un imperativo moral, y eso sería suficiente para movilizar nuestras fuerzas, pero además es la mejor inversión que podemos hacer para fortalecer nuestra democracia, para conquistar una mejor paz social y para abonar el camino hacia el desarrollo. Por eso, en nuestro programa de gobierno nos hemos planteado la meta de derrotar la pobreza extrema durante los próximos cuatro años y derrotar la pobreza en nuestro país antes del verdadero Bicentenario, que celebraremos el año 2018.

El Padre Hurtado decía: “la caridad empieza cuando termina la justicia”. Bienvenida la caridad, pero todavía hay demasiado espacio para la justicia y por esa razón nos hemos propuesto una meta grande y noble, porque después de 200 años de vida independiente Chile sigue siendo un país subdesarrollado y con niveles absolutamente inaceptables no sólo de pobreza, también de desigualdad. Y nos hemos propuesto lograr estas metas con dos tipos de instrumentos, igual como las dos hojas de una tijera cortan el papel. Los primeros apuntan a erradicar las causas de la pobreza y la desigualdad; los segundos, a aliviar las consecuencias de la pobreza y la desigualdad.

Yo estoy convencido que las causas son muchas, pero esencialmente tres y que golpean como un martillo a los más pobres de nuestro país. Primero, la falta de trabajo. Hoy día tuvimos malas noticias en materia de trabajo. Aumentó el desempleo. Tenemos casi 800 mil chilenas y chilenos sin trabajo, que salen en las mañanas con la esperanza de encontrarlo y vuelven en las tardes con la frustración de las manos vacías.
En los últimos doce meses hemos perdido más de 100 mil puestos de trabajo. Crear trabajo, especialmente para los que más lo necesitan, es un desafío que no podemos seguir perdiendo. En segundo lugar, mejorar la calidad de la educación. Hemos perdido 20 años hablando mucho, discutiendo mucho, prometiendo mucho, con muy buenas intenciones, pero con la calidad de la educación, donde importa, que no son los discursos ni las promesas, sino que la sala de clases o la escuela, totalmente estancada. Y en tercer lugar, el fortalecimiento de la familia. La familia es el lugar donde por esencia se forman los ciudadanos, reciben amor, acogimiento, formación y es el mejor remedio, el mejor camino para evitar los males de la modernidad como la droga, la delincuencia y el alcoholismo. Y desgraciadamente, la falta de trabajo, la mala calidad de la educación y la debilidad de la familia golpea con especial crueldad a los más pobres de nuestro país.

Pero además de las políticas que apuntan a las causas, también tenemos un programa para atenuar las consecuencias, porque las primeras toman tiempo. Y por eso hemos propuesto el Ingreso Ético Familiar, que a través de transferencia, no incondicionada, porque no queremos fomentar una conducta de asistencialismo, se vaya suplementando, complementando el ingreso de las familias para alcanzar las metas de derrotar la pobreza el 2018 y la pobreza extrema el 2014. Y por tanto, las familias van a recibir un complemento a sus ingresos que va a estar condicionado a buenas conductas: que los niños tengan sus exámenes y sus controles de salud al día, que vayan a la escuela, que los jóvenes o los que estén en edad de trabajar, estén trabajando o capacitándose o buscando trabajo, para que la familia entienda que ésta es una ayuda pero que no reemplaza la ayuda que ella misma puede darse. De esa manera vamos a tener instrumentos que apuntan a las causas, instrumentos que apuntan a aliviar las consecuencias y lograr esta gran meta de derrotar la pobreza en nuestro país, que yo estoy seguro, nos interpreta a todos. Nadie tiene aquí el monopolio de la solidaridad ni el monopolio de la bondad ni el monopolio de la sensibilidad social como algunos pretenden hacernos creer. Tal vez tenemos caminos distintos, pero si compartimos la meta, ahí está un camino de unidad.

Quiero terminar diciendo que en nuestro Gobierno vamos a crear el Ministerio de Desarrollo Social, que coordine las políticas orientadas a erradicar la pobreza y reducir los niveles de desigualdad para crear una sociedad más libre, más justa, con mayor igualdad de oportunidades. Y ese ministerio va a estar en La Moneda y no es simbólico. Es para reflejar en forma clara que va a ser una prioridad fundamental de nuestro futuro Gobierno. Y termino diciendo que esto no es un sueño, que hoy día esto es posible y por lo tanto, si no lo logramos le vamos a estar fallando a nuestros hijos. Y quiero decir también que hay un tremendo espacio para la sociedad civil, no solamente para el Estado. San Agustín decía: “los tiempos son como los hacen los hombres. Seamos mejores y los tiempos serán mejores”.

Muchas gracias.