No Creo,
por Rodrigo Lema González.
Existen pocas cosas tan enigmáticas e impredecibles como las creencias. En el lienzo de nuestra existencia, son los colores que componen la obra en la que convertimos nuestras vidas. Son las baldosas que marcan nuestro camino, debajo del cual hay una enorme piscina de lava. Por el calor, las losas se han vuelto frágiles, y pisar una suelta significa el descenso a una muerte lenta.
Siempre he creído que la vida es como jugar ajedrez en tres dimensiones, moviendo piezas que pueden explotar. Al paso de los años, todos vamos desarrollando la habilidad de anticipar o leer los patrones de opciones que se nos presentan.
Por lo mismo, sé que hay unas cuantas baldosas que no pisaría por nada del mundo:
- Fortuna Fácil: Una de las más tentadoras, pero, al mismo tiempo, de las más perjudiciales para el componente psíquico del individuo. Se sabe que el dinero es un imán para el interés malintencionado, las malas juntas y otros tantos vicios. Quiero dejar en claro de que no estoy en contra de que la gente mejore su situación financiera, sino del hecho de malgastar lo recibido sin ninguna clase de control. Clásica falta de anticipación que después termina cobrando una tarifa carísima.
- Utopías: Para empezar, la era de los sueños colectivos terminó a fines de los sesenta. Estamos viviendo otra época. Además, las construcciones mesiánicas que plantean son impracticables desde todo punto de vista (y todos conocemos un buen ejemplo). Mejor dejémoslas donde pertenecen: en las viejas leyendas y cuentos de fantasía.
- Igualdad: Antes de que comiencen a insultarme y a tratarme de qué se yo, permítanme aclarar algo. La igualdad tampoco es posible -eso, si exceptuamos los gemelos idénticos, que es una cuestión puramente genética-. No existen dos días, pensamientos, opiniones o ejecuciones iguales, incluso si se trata de la misma pieza. El ser distintos le da variedad e interés al mundo. Si todos fuéramos iguales, nuestro planeta sería una opaca esfera gris flotando en el espacio.
- Asistencialismo: Ésta es una de las cosas que derechamente borraría del mapa sin más apelaciones. Citando a la sabiduría hindú, sólo se le regala peces a la gente más necesitada, en vez de enseñarle a pescar. Además, con ello, sólo se consigue paliar temporalmente la falta de mayor bienestar. ¿Cuándo van a comprender ciertas personas que criar una enorme cantidad de zánganos terminará siendo perjudicial para cualquier proyecto de país a largo plazo? Y sin embargo, todavía hay algunos que le siguen dando cuerda al muñequito...
Como pueden ver, queridos lectores, preferiría rodear estas casillas minadas y buscar un camino más largo, pero más seguro, para llegar a destino. Después de todo, dicen que al final de la ruta difícil, las recompensas son mejores.
Y, ¿qué baldosas no pisarían por nada del mundo?