jueves, marzo 15, 2007

Sociedad enferma


Nuestra sociedad se ha brutalizado en extremo. La violencia pandillera se apodera de las calles. La delincuencia se apodera de los espacios públicos. La droga gana espacios de los que será sumamente difícil expulsarla posteriormente. Las personas decentes tienen temor a salir a las calles. Las ciudades del país después del oscurecer parecen habitadas por fantasmas. La ciudadanía honesta esta sometida a un virtual toque de queda, impuesto por aquellos que viven al margen de la Ley y por la ineficiente implementación del Transantiago.

Motivos para llegar a esta situación sobran. Una miseria aberrante, aunque oculta y disfrazada. Un exitismo feroz, donde ha llegado la persona a tener valor solo por lo que tiene. Una relajación criminal de las costumbres. El ejemplo de “autoridades” que transgreden las normas de convivencia y virtualmente no reciben sanción alguna. Una prensa que ensalza lo mediocre y fomenta la violencia, además de la vida disoluta. El incontenible avance de la droga y el alcoholismo. La deshonestidad que se ha adueñado de la componente política de la Administración pública. El permanente desprestigio de las instituciones morales. La absoluta destrucción de nuestro hábitat. La falta de respeto a la esencia humana, son algunos de los factores detonantes de esta situación que tensiona a nuestra sociedad y amenaza con convertirse en una verdadera “cárcel” para aquellos que pretenden vivir de su trabajo.

Pensamos que la Sociedad debe reaccionar, teniendo como arietes de este despertar a las organizaciones de base, sean estas Juntas de Vecinos, Centros de Madres y/o Partidos Políticos. Las organizaciones morales, las iglesias de todos los credos, deben tomar la bandera de una lucha que nos devuelva el humanitarismo y el amor por nuestros semejantes, a la vez que deben sensibilizar a la población sobre la necesidad de una vida pía y dedicada al supremo creador. Las Fuerzas Armadas y de Orden, que a no dudarlo deben expandir los valores nacionales y el respeto irrestricto a la legislación.

Estamos ciertos de que aunque es tarde, la reacción nos puede hacer mejor las condiciones de vida de nuestra enferma sociedad, dándole a las vidas una connotación valórica, al futuro una visión de porvenir y dejando a los que hoy son niños un mundo mas vivible.

Sin duda alguna es posible una Patria mejor, pero es ya indudable que para lograrlo se debe provocar un cambio de los equipos directivos, llevando a las más alta magistraturas a gente de principios morales y alma patriótica. Ya no bastan los discursos bonitos y los programas “vendedores”, es la hora de dejar de lado la palabrería vana y reemplazarla por hechos.

La lucha será grande, los sacrificios inmensos, pero sin duda alguna los “premios” serán acorde con la nobleza de la causa y la naturaleza de los esfuerzos que realicemos en esta necesaria campaña de cambios trascendentales.

Solicitamos a Dios, al señor de todos los credos, las fuerzas necesarias para construir una sociedad mas justa, solidaria y humana.

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