Los
dichos de Eyzaguirre,
por Sergio Melnick.
Este gran economista (que lo es), como ministro reconoce no saber de educación y se caracteriza por la lengua ligera, lo que no es muy apropiado en alguien que lleva esa cartera.
La primera alerta fue lanzar aquello
de “la gordi”, que cayó como balde de agua fría sobre la entonces Presidente,
quien lo castigó por harto rato. Ahora todos hablan de “la gordi”, lo que
francamente no es muy “nice”. Pero ella lo perdonó.
Ya como titular de Educación, en
pocas semanas volvió a hacer batir la lengua, como dicen los brasileños. Partió
descalificando duramente a sus ex compañeros de colegio, diciendo que eran
todos más o menos tontorrones, pero que aun así ejercían altos cargos. Poco
después descalificó a los padres y apoderados de colegios subvencionados,
señalando que eran un poco idiotas, ya que se deslumbraban con los nombres en
inglés de las escuelas y con el pelito más claro de los estudiantes. Eso cayó
como bomba de racimo sobre millones de padres, con justa razón. Y ni hablar de
los sostenedores ninguneados.
Luego, quizás sin demasiada
consciencia, comparó la reforma educacional con la reforma agraria de Frei y
Allende, una historia de hacer las cosas mal, violar derechos de propiedad,
generar odios y rencores. Curiosamente, al parecer hoy empieza a pasar lo mismo
en educación. Luego fue más allá y dijo que la segregación convertía a la
educación pública en una fábrica de patos malos, y que de esos colegios venían
los encapuchados. En esa sí que se fue de largo.
Pero no paró. Y dijo que los
emprendedores de la educación tendrían que hacer sus pérdidas, es decir, alguna
forma de expropiación indebida, me imagino, quizás en el espíritu de la
mencionada reforma agraria.
El árbol de los dichos ya estaba
sobrecargado cuando se le ocurrió hacer una metáfora entre colegios —los
famosos “patines”— y propuso como solución perjudicar a los que estaban bien e
igualar hacia abajo. A esas alturas, ya era casi para la risa… o la pena.
La cosa en educación va de mal en peor.
Ya muchos en el sector del Ministro consideran que la reforma está mal
diseñada, que hay improvisación, que las cifras son inexactas, que se han
abierto frentes de pugna innecesarios y que no se partió por donde se debía,
que era la educación pública. Lo curioso es que él respondió que eran problemas
de comunicación, no de la reforma.
Ahí ya nadie entendió nada y vino una
nueva improvisación que se llamó “agenda corta”, tratando de comprar voluntades
con montos exiguos y en apariencia premiando a los que peor los administran.
Entre dicho y dicho, se fue contra la Iglesia Católica y aseguró que estaba
asustada. También le salió una veta mesiánica y postuló que estaba elevando el
“umbral civilizatorio”. Sorprendente.
La guinda de la torta fue admitir
cándidamente que no sabía mucho de educación.
Hoy su Ministerio está intervenido
políticamente en una parte por su colega de Interior, y en otra por un nuevo
secretario ejecutivo de la reforma (que tampoco sabe de educación). ¿Usted
entiende algo? Yo, nada. ¿Habrá un Zaldívar que salve a Eyzaguirre?
1 comentario:
mejor que E. calle por un tiempo
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