Nicolás Maduro, dictador de Venezuela, en los
recordatorios del primer aniversario de la muerte de su antecesor, el tirano
Hugo Chávez Frías, en un verdadero camino sin salida, un pueblo hastiado y una
crisis económica que no sabe ni quiere solucionar.
A UN AÑO DE
LA MUERTE DE CHAVEZ…
Las opciones
del Gobierno venezolano,
por Andrés Oppenheimer.
El desastroso Gobierno
del Presidente Nicolás Maduro está en problemas más serios de lo que muchos
creen, no por las protestas estudiantiles que ya han resultado en más de 16
muertes, sino por la tasa de inflación anual del 56% -la más alta del mundo-,
que muy pronto puede tornar ingobernable al país.
La gran mayoría de los economistas coincide en
que ningún país del mundo ha logrado mantener estable durante varios años un
índice de inflación como ese.
La historia enseña que cuando los países llegan
a esos niveles de inflación, o bien adoptan drásticos paquetes de austeridad
para controlarla, o caen en la hiperinflación, el caos económico y político.
En otras
palabras, sería muy difícil que Maduro logre mantenerse en el poder hasta el
final de su período, en 2019, sin tomar medidas drásticas para detener la
espiral inflacionaria, poner fin a la escasez de alimentos e impedir la
ingobernabilidad. He aquí las opciones que tiene:
Un paquetazo de medidas de austeridad
respaldado por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Al igual que lo hizo
Grecia recientemente, y como lo hicieron varios países latinoamericanos antes,
Maduro podría pedirle al FMI que rescate a Venezuela con préstamos de
emergencia condicionados a medidas de austeridad. Eso exigiría, entre otras
cosas, un enorme recorte del gasto público, revertir las nacionalizaciones,
levantar los controles de precios y devolver al Banco Central su independencia.
Por supuesto, todas esas medidas serían diametralmente
opuestas a todo lo que Maduro y su predecesor, Hugo Chávez, han estado
predicando en los últimos 15 años. Y para poder aplicar estas medidas de
ajuste, Maduro necesitaría formar un Gobierno de coalición y evitar así que las
actuales protestas callejeras se tornen aún más multitudinarias.
Un paquetazo de medidas de austeridad
autoimpuesto, sin participación del FMI. Tal como hizo recientemente México con
su Pacto por México, en el que todos los principales partidos políticos
acordaron reformas económicas, Maduro podría firmar un pacto con la oposición
para lanzar un plan de salvación nacional.
Pero lo más probable es que la oposición no
acepte tomar responsabilidad por el desastre económico de Maduro, a menos que
haya un Gobierno de coalición que restaure la separación de poderes y convoque
a elecciones anticipadas.
Dolarizar la economía. Como Panamá, Ecuador y
más recientemente Zimbabue, Maduro podría detener la espiral inflacionaria
sustituyendo la moneda venezolana por una canasta de monedas, lo que en la
práctica significa adoptar el dólar estadounidense.
Eso ayudaría a devolver la confianza en la
economía del país. El problema es que, además de poner en ridículo su propio
discurso "antiimperialista", dolarizar implicaría enormes recortes al
gasto público.
Eso, al igual que las opciones anteriores,
sería muy difícil de hacer sin un Gobierno de coalición o un acuerdo político
con la oposición.
Un rescate financiero de China. Como hizo Cuba
con la ex Unión Soviética, Maduro podría pedirle a China que rescate a
Venezuela a cambio de tomar el control del país y convertirlo en un Estado
satélite.
El problema es que los chinos son muy
cautelosos, y ya están preocupados por los más de US$ 20.000 millones que les
debe Venezuela. El año pasado, Venezuela le pidió a China préstamos por US$
10.000 millones, con mejores condiciones, pero solo consiguió la mitad de ese
monto, y con condiciones más duras.
Ahora, con mayor incertidumbre política que el
año pasado, sería aún menos probable que China acepte rescatar a Venezuela,
dice Evan Ellis, profesor del Centro de Estudios para la Defensa Hemisférica de
Washington D.C., y uno de los mayores expertos estadounidenses en las
relaciones entre China y Latinoamérica.
Cuando le pregunté a Ellis si China no podría
estar tentada a asumir mayores riesgos a cambio de poder controlar un país
petrolero como Venezuela, me dijo que es improbable. Eso requeriría un nivel de
supervisión y control por parte de China que enfurecería a Estados Unidos,
explicó.
"En todas las oportunidades estratégicas y
económicas que los chinos aprovechan en Latinoamérica, siempre toman en cuenta
la reacción de Estados Unidos", me dijo Ellis. "China no quiere
convertir a Estados Unidos, que es su mayor socio comercial, en su
enemigo".
Mi opinión: Es difícil decir cuál de estas
opciones elegirá Maduro, pero está claro que no hacer nada no es una opción
viable para él. No puede sentarse a esperar una nueva alza de los precios
mundiales del petróleo, porque ningún economista serio está pronosticando eso.
A Maduro no le va a quedar otra opción que
adoptar un paquetazo de medidas de austeridad, que no podrá implementar por sí
solo en un país profundamente dividido sin provocar más -y más grandes-
protestas sociales. Si no hay un rescate chino, todos los caminos apuntan a que
necesitará un pacto político con los líderes de la oposición, a quienes hoy
insulta a diario.
La libertad
de nuestro continente depende del fin de las tiranías cubana y venezolana que
tratan de exportar sus revoluciones.
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