jueves, junio 04, 2009

Las mujeres de Obama.


Las mujeres de Obama 
Roberto Ampuero 

Con un respaldo popular de 65 por ciento, Barack Obama sigue en luna de miel con la ciudadanía, pese a que Estados Unidos atraviesa su peor crisis económica en decenios. La aprobación es atribuida a su liderazgo de nuevo tipo, la seducción que ejerce sobre la población y los errores del opositor Partido Republicano. Pocos destacan, sin embargo, otro factor clave en todo esto: su relación con las mujeres. Veamos botones de muestra, partiendo por su esposa Michelle, hoy más popular que el Presidente. Basándose en críticas de Michelle a Estados Unidos, medios conservadores la presentaron durante la campaña electoral como dura y cascarrabias, y muchos temieron que ella minase la imagen inspiradora que cultivaba su esposo. Sin embargo, tras su llegada a la Casa Blanca, Michelle modificó su imagen y conquistó los corazones no sólo de quienes preferían a Hillary Clinton, sino también los de muchas republicanas e independientes.

Curiosamente, Michelle no proyecta ante la población su lado de afroamericana emancipada, sino la imagen de una mujer a la moda, preocupada de la familia, el jardín, la vida sana y la cercanía con la gente. En público evita referirse a los temas políticos cruciales, sus orígenes como afroamericana o sus críticas al país. Llama la atención que una mujer profesional venida de "abajo", que estudió leyes en prestigiosas universidades, que criticó la cuestión racial y congeló un trabajo con un ingreso anual de 160 millones de pesos, eluda el análisis político y se circunscriba más bien al hogar. Pero lo cierto es que a los norteamericanos no les agrada que una Primera Dama sea "opinóloga". Y aunque su jefe de despacho asiste a las reuniones matinales del Mandatario y la mantiene al tanto de ellas, Michelle no se entromete en los asuntos presidenciales.

Hay otra mujer que trae agua al molino presidencial. Es la secretaria de Estado y ex contendora suya, Hillary Clinton. Durante meses, analistas especularon con la posibilidad de que si la nombraba en su actual cargo, ella, junto a Bill Clinton, lo eclipsaría. No fue así. Hillary nos recuerda a Michelle Bachelet y Soledad Alvear cuando ministras: cumple con esmero su tarea, y su prestigio no emana de una campaña personal, sino de la eficiencia con que ejerce su función. Hillary ha sabido "desaparecer" del primer plano, tal como lo hizo Condoleeza Rice bajo Bush, pero, a diferencia de ésta, tiene iniciativa y voz propias. No hay rivalidad, sino colaboración entre Barack y Hillary, y de Bill no se escucha.

La tercera mujer en torno al Presidente en estos días es la jueza Sonia Sotomayor, a quien Obama nominó como miembro a la Corte Suprema. De ser confirmada por el Senado, será la primera hispana en llegar a esa instancia. Los republicanos hostigan su candidatura, alegando que Sotomayor expresó en una oportunidad criterios raciales para impartir justicia. Sea aprobada o no, esto complicará más la relación con los hispanos que tienen los republicanos, un partido con 89 por ciento de blancos. A lo largo de su historia, la Corte Suprema ha tenido 110 miembros, 107 de los cuales han sido hombres blancos.

Los republicanos acaban de cometer otro error nada nimio: criticaron al Presidente por haber llevado recientemente a su esposa a una cena romántica en Nueva York, lo que le había prometido en la campaña. La invitación ha sido celebrada especialmente por mujeres.

En rigor, Obama erosiona el predominio fundamentalmente masculino y blanco, diversifica a los protagonistas y exhibe una sensibilidad "femenina" poco explorada por los hombres en política. Tal vez el hecho de que en Chile ningún candidato presidencial logre cosechar el vasto apoyo que suscita Bachelet se debe a que la gran ausente en nuestra política sigue siendo, lamentablemente, la mujer.