Ojo con el proteccionismo: Una amenaza real,
por Rafael Aldunate.
El repunte del Dow Jones en marzo fue ostensiblemente insuficiente, cierra igualmente su peor trimestre desde 1939 y bien sabemos que este índice está reflejando más el barómetro de expectativas de las personas, que el flujo futuro de las empresas. Cada semana los organismos de mayor representatividad están readecuando a la baja sus proyecciones, reflejando un marcado efecto dominó. Ahora la OCDE espera una mayor contracción que el reciente informe del FMI, pronostica la primera, una dramática caída de 2,8% del PIB mundial, encabezada por los países industrializados, que decrecen en 4%.
La menor creación de riqueza desde la Segunda Guerra Mundial. Estos parámetros hacen más difícil la recuperación del sistema financiero, el “talón de Aquiles” de esta depresión económica. Si queremos sentir un “piso más firme” tienen que apuntalarse los segmentos crediticios e inmobiliarios; es decir, los pecados originales de la crisis que están mostrando aisladas señales de normalización.
En el Global Summit de los G-20, que representan el 85% de la economía mundial, su propia atmósfera facilita las grandes statementes (declaraciones) y hay una inclinación al protagonismo inducido por el estímulo de solventar al mundo. Los intereses globales, por sólo unos días, se priorizan y alinean sobre las agendas nacionales. Se lograron mayores recursos de US$ 1,1 millón de millones intermediados por el FMI y Banco Mundial, para monitorear y asistir a 74 países con distintos grados de clara restricción financiera para evitar defaults. Y acordaron una reforma al sistema financiero con normativas no tan restrictivas, pero más en sintonía y eficaces para la nueva realidad, adicionalmente se comprometieron a ¿evitar con medidas concretas el proteccionismo?
Sin embargo, estos Presidentes al aterrizar en sus países, los problemas domésticos recuperan su real dimensión como gravitación. Con tasas de desempleo de 8,5%, las mayores en 25 años, nadie duda de que sólo en los países industrializados el desempleo supere el 10% a fines del 2010. Y razonablemente el ciudadano común piensa que, así como se han traspasado trillones de dólares a la banca, existe una enorme presión a financiar y proteger sus empleos.
Va tomando forma el proteccionismo con un marcado nacionalismo, que tanto daño hizo en la Gran Depresión. Este flashback hace alusión a una cita similar al reciente G-20, donde un proyecto de ley Smoot-Hawley en 1930 elevó los aranceles y paralizó el intercambio entre los grandes mercados, congelando aún mas la economía mundial. Pues, de estos rimbombantes G-20, ya 17 han restringido el comercio y el Banco Mundial les ha detectado 47 acciones anticomerciales.
Es normal que, cuando la economía se restringe, el comercio internacional se reduce a mayor ritmo. Para este año es espera otra histórica contracción de al menos 8%, la mayor en 40 años —estamos derrumbando demasiados récords de declinación global— por menor demanda y medidas proteccionistas. Dado que las tarifas arancelarias son bajas, se ha ideado un arsenal de medidas paraarancelarias, desde carácter legal (antidumping) hasta excusas medioambientalistas. Los tratados comerciales —caso de Chile— limitan el proteccionismo; aun así, a los países les queda margen de maniobra para blindarse sólo con beneficios de cortísimo plazo. ¡Tú no me compras, yo no te vendo!
Cierto es que desde la Gran Depresión la estructura del comercio internacional ha cambiado. Las multinacionales representan el 25% del PIB mundial, por lo que atacar los bienes extranjeros es atacar la producción local. Quedaron atrás los tiempos de productos unidimensionales, ahora contienen partes de todo el mundo.
Chile, en particular, sería muy afectado con mayor proteccionismo, dado que su sistema económico está centrado en las exportaciones. Con un arancel promedio sólo del 1% tenemos mucho que perder con esa cerrazón de los mercados, y mucho hemos ganado efectivamente con la apertura comercial.