martes, marzo 06, 2007

Viajar en Metro, un suplicio.



Hasta hace solo unas semanas el Metro de Santiago era un lujo por lo limpio y la comodidad que brindaba a las pasajeros...pero eso ya es una historia del pasado.
Todos los que necesitaban este servicio de movilización podían utilizarlo, sino de manera cómoda al menos de manera digna, las mujeres podía subir con sus retoños, sin que estos se asfixiaran ni que ellas fueran manoseadas de manera grosera. Los ancianos y gentes de la tercera edad podían utilizarlo para hacer sus gestiones personales y/o llegar expeditamente a los consultorios médicos. Los estudiantes podía realizar sus traslados portando sus abultadas mochilas o bolsones repletos de útiles escolares. Los universitarios podía hasta portar su maquetas o equipamiento profesional. Todos podíamos viajar con la sensación de hacerlo en un medio seguro.

Lamentablemente esta situación ha cambiado drásticamente con la entada en funciones del Transantiago, que simplemente ha desbaratado todo el sistema de movilización colectiva de la Capital.

Hacer los recorridos habituales en el Metro se ha transformado en una difícil labor, en la que pueden abordar los carros solamente aquellos que tienen más fuerza o aquellos que son empujados por la masa humana al interior de los vagones. Los viajes se han transformado en excepcionalmente incómodos, el calor de la aglomeración se hace insoportable, es imposible ingresar a los trenes con pequeños, o con algún material de trabajo o una mochila. Los cartereos y robos se han multiplicado a noveles inmedibles. La gente ya no viaja ni tranquila ni cómoda.

La sensación mayoritaria es la de haber dejado de ser tratados como seres humanos para pasar a tener un trato muy similar al del ganado que es conducido al matadero.
Creemos que es lamentable, pero si hasta hemos comenzado a echar de menos a las micros amarillear, que aunque sucias, al menos tenía recorridos por donde la gente los necesitaba y frecuencias acorde con las necesidades.

Ninguna de las promesas del laguismo, desde la de viajar más cómodos y con dignidad, hasta la de acortar los viajes para mejorar la vida de los trabajadores. se han cumplido. El cambio del sistema de movilización colectiva solo fue una engañifa destinada a mantener, al menos por otro periodo, a la pandilla que se ha dedicado a saquear el erario nacional.

Es de esperar que en las siguientes elecciones recordemos estos incidentes, así como la incapacidad permanente y la corruptela generalizada, provocando al conglomerado oficialista una verdadera paliza, utilizando el doloroso garrote de nuestros votos.

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