viernes, abril 11, 2008

La imbecilidad ¿Enfermedad contagiosa?

No se nos había ocurrido pensar que la imbecilidad era una enfermedad contagiosa ni que los delirios persecutorios fuesen transferibles de una persona a otra. Pero, tampoco se nos había “ocurrido” que el histrionismo, la estupidez, la mediocridad y en absurdo fuesen reproducidos de manera exacta a la distancia.

Sin duda, tenemos varios ejemplos de cómo cunde la infección de la imbecilidad y aumentas los delirios persecutorios, baste para ejemplificar mirar a unos cuantos imitadores el sujeto que tiraniza a Venezuela, como el aprendiz de dictador ecuatoriano, Rafael Correa, o el payaso nicaragüense Daniel Ortega,

Hemos visto las “delirantes” imputaciones con las que Hugo Chávez quiere utilizar a los norteamericanos para justificar sus posturas robolucionarias y de tendencia castro comunista, pero ver a estos imitadores de “pacotilla” copiar el discurso nos parece el resultado de severas afecciones mentales.

El discurso de Ortega en la ultima reunión de mandatarios, cuando se trataba el conflicto entre Colombia y Ecuador, no dejo de ser un alocución “setentera” es decir de los años 70, pasada de moda, insulsa, extemporánea y ridícula. Las de Correa de infiltración de la CIA en sus fuerzas armadas simplemente ridículas.

Seremos tan “burros” como para seguir creyendo en un discurso “añejo”, pasado de moda, fracasado, y que aunque maquillado, sigue siendo el mismo, con los mismo peligros de perdida de nuestras libertades a manos de pandillas de audaces disfrazados de defensores de nuestros derechos.

Para comprender lo que nos ofrecen hay que mirar a Cuba, donde el barbado dictador se apodero de todos los derechos de los ciudadanos, les ha mantenido constreñidos a una vida miserable y logrando, gracias a la “liberalidades” de Raúl, avanzar en los equipamientos domésticos, a lo que el mundo tiene hace 30 años.

Lo único que esta gente es capaz de cumplir, porque lo ofrecen todo, es la perdida de todas las libertades ciudadanas, una fuerte censura, sufrimientos atroces, presidio a los disidentes, hambre para los no obsecuentes, atraso en el desarrollo, vidas “vegetales”, pues el pensamiento es ilegal.

Aunque se nos acuse de fascistas o se nos acuse de anti-populares, que pocas cosas hay que sean mas distantes de nosotros, no nos convertiremos en cómplices de esta mascarada liberticida, tenemos el valor para confrontarlos, las ideas para combatirlos y la fortaleza espiritual para derrotarlos.

No somos tan modernos como para aceptar la “esclavitud” o que las decisiones del partido sean mas importantes que Dios, la familia o la Patria. Somos lo suficientemente “conservadores” como para mantener valores como la solidaridad, amor fraterno al prójimo, y nuestros afanes libertarios.

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