martes, agosto 18, 2009

Se busca Manager,





Se busca Manager,
por Rodrigo Lema González.

Uno de los consensos más conocidos es que no se debe mezclar política con deporte. Sin embargo, ambas actividades guardan un importante número de similitudes. Como en toda organización humana, existen roles, objetivos y obstáculos que dificultan su consecución.

Sabemos que en un equipo existen técnicos y jugadores, mientras que en un gabinete encontramos sus contrapartes en el Jefe de Estado y sus ministros. Pueden haber técnicos, jugadores, Presidentes y ministros de todo tipo: aplicados; flojos; precipitados; verdaderas estrellas y también estrepitosos fracasos.


Para lo que nos convoca, quisiera detenerme en una clase especial de entrenador, que también podría ser aplicable a la primera magistratura: el manager.


En deportes como el baseball, el manager es mucho más que el entrenador jefe. Además de vigilar el progreso de sus jugadores y las diferentes estrategias que se llevarán a cabo en el campo de juego, es el encargado de imponer técnicas de trabajo, basadas en un elemento importante: el liderazgo, que a su vez va de la mano con el clima del camarín.


También debe ser capaz de soportar situaciones que lindan en los extremos -la alegría de una victoria o el sabor amargo de una derrota-. Y debe tener el temple suficiente para poner ultimátums a los jugadores que no rinden, así como incentivar el buen camino de quienes dan resultados positivos.


Otra de las virtudes de un buen manager es el pensamiento rápido. Situaciones que se resuelven en un par de segundos, como el robo de una base, un bunt, o el reemplazar a un jugador ponen a prueba la capacidad táctica y de decisión.


Como pueden apreciar, estimados lectores, esta breve lista nos permite comprender que el manager se basa en la acción, la anticipación y el estudio meticuloso de los escenarios para cumplir sus metas. Creo sinceramente que un Presidente con estos atributos le haría extraordinariamente bien a nuestro país, tan afectado por reacciones tardías, promesas incumplidas, corrupción y una demagogia que llega a ser grosera.