viernes, septiembre 10, 2010

Patriotas y mineros, unidos más allá de las diferencias, por Margarita María Errázuriz.

Patriotas y mineros, unidos más allá de las diferencias,

por Margarita María Errázuriz.

Celebramos el Bicentenario porque un grupo de patriotas tuvo un día un sueño que los unió y los comprometió. Era un proyecto de largo aliento. Para ellos, la Independencia era el paso necesario para construir la República. Pensando en la voluntad de esos líderes para llevar a cabo su propósito y en la dificultad que hoy observamos en nuestro medio sociopolítico para realizar cualquier iniciativa pública, quise refrescar mi memoria y leer sobre esa época. Quería indagar sobre el espíritu que unió a ese grupo y le permitió realizar su cometido. Revivirlo es una buena manera de celebrar estas fiestas.


Al repasar esas páginas me reencontré con la enemistad y la desconfianza imperantes entre los héroes de entonces. La lectura de esa parte de nuestra historia me provocó un gran desánimo. Doscientos años después estamos peor que en los inicios de nuestra vida republicana. Los patriotas fueron capaces de superar sus diferencias y de realizar una gesta heroica. Nosotros estamos entrampados en posiciones que parecen irreconciliables. Ellas no nos permiten ponernos de acuerdo en decisiones elementales, como contar con recursos para reconstruir la zona afectada por el terremoto o, lo que es peor aún, resolver problemas tan acuciantes como la pobreza. Estas decisiones ni siquiera exigen tanto valor.


No ser capaces de tener esa generosidad habla de nosotros más que mil palabras. Para que le tomemos el peso a esta forma de ser, observemos cómo este año nos hemos visto enfrentados a nuestras propias contradicciones. Por un lado, este tiempo ha estado marcado por la capacidad de unión y de solidaridad, y, por el otro, por la permanente desavenencia y odiosidad; por el ejemplo de grandeza y espíritu de cuerpo de los que permanecen bajo tierra en la oscuridad, y por la desconcertante animosidad entre quienes vivimos a la luz del sol y de la abundancia. El año del Bicentenario ha puesto frente a frente nuestra nobleza y nuestra mezquindad. Es como si la historia nos hubiese querido mandar un mensaje para hacernos recapacitar.


Fácilmente este año podemos recordar momentos de unión. Cuando el terremoto nos remeció, supimos reencontrarnos con una solidaridad muy profunda. Con los mineros, vivimos como nuestra la angustia y el dolor de sus familiares. Muchos lloramos con ellos. Hemos comprobado que podemos vibrar todos juntos, ponernos en el lugar del otro.


Pero también hay sentimientos potentes que nos separan. Nos divide un ánimo descalificador descontrolado, que no sabemos contener ni siquiera cuando se trata de beneficiar a esa misma gente por la que sentimos tanta incertidumbre y que tanto nos movilizó. La hostilidad permanente nos paraliza; no perdona nada. Está presente aun cuando tenemos problemas humanos serios, una fecha que en teoría debiera unirnos y un ejemplo que nos remece.


Bajo la tierra, un grupo de treinta y tres hombres valientes, que nunca pensaron quedar atrapados juntos, son capaces de mostrar una sola cara al mundo. Ello no puede haber sido fácil y seguramente sigue siendo difícil. No podemos ser tan ingenuos y no pensar que ellos deben estar haciendo esfuerzos titánicos para entenderse, superar discrepancias, aceptar y respetar los liderazgos, apoyarse unos a otros, no desmayar.


El ejemplo de ese grupo de hombres nos habla con un lenguaje directo y que es difícil ignorar. Nos muestra lo que es capaz de lograr un grupo cuando descansa en la fe, en el amor por los suyos, en su propia dignidad; cómo la decisión de apoyarse y el respeto mutuo generan una unión que logra milagros.


Bien mirado, la vida a partir de tanto dolor nos ha hecho un regalo si lo sabemos aquilatar. Nos ha puesto frente a nuestras propias debilidades y nos ha mostrado un camino. Con los mineros nos ha dicho que se puede, que podemos. Ellos y los padres de la patria nos han mostrado que el camino de unión es posible y que está a nuestro alcance.