miércoles, mayo 19, 2010

El Bicentenario del nacimiento de nuestra Patria, por Nélida Rebollo de Montes.

Continúa la persecución a la libertad de prensa en la Argentina.



El Bicentenario del nacimiento de nuestra Patria,

por Nélida Rebollo de Montes (*)

Los ideales del 25 de mayo de 1810 fueron liberales, democráticos, federales y republicanos. El grupo de criollos eminentes por su cultura y por su posición social, política o militar se ocupó de difundir las ideas de libertad e independencia.

La única tradición legítima para los argentinos es la de Mayo porque de ella nace la fuente de nuestra vida social y porque su pensamiento es el resultado del movimiento emancipador de la humanidad, iniciado en el siglo XV que continua todavía.

Los patriotas que prolongaron el pensamiento de Mayo cultivaron el ideal liberal y democrático. Se propusieron que el pueblo evolucionara y fuera capaz de dar vida y excelencia a las instituciones libres en relación con la sociedad de la que formaban parte, respetándola en sus derechos; denunciando imperfecciones; reivindicando también el derecho a buscar la verdad y su salvación; rechazando el Estado totalitario que impone sólo su verdad al mismo tiempo que absorbe la sociedad civil.

El grupo de criollos eminentes por su cultura y por su posición social, política o militar se ocupó de difundir las ideas de libertad e independencia. Para ellos el liberalismo nunca fue una ideología cuya estructura se pudiera comparar a la del socialismo marxista.

Los que siguieron los ideales de Mayo de 1810 en continuidad hasta el Bicentenario se esforzaron por demostrar la incompatibilidad entre una planificación autoritaria y el ejercicio de los derechos de las personas a las libertades personales y políticas sin aceptar la ambición de los gobiernos que se arrogaron el derecho a edificar un orden social a través de un plan tendiente a someter el porvenir a su entera voluntad. Los patriotas preferían respetar y resguardar los derechos de las personas. Tenían conciencia que antes de Mayo el pueblo era vasallo y después de Mayo fue soberano, naciendo en las orillas del Plata la democracia.

El autoritarismo quiere para sí una autoridad no controlada sobre millones de hombres. El despotismo opresor no niega que la libertad es excelente, pero la desea sólo para sí y considera que todos los demás son indignos de ella. En una palabra: el régimen totalitario es aquel que ejerce el poder absoluto con respecto a todo y a todos mientras que el liberalismo de la Revolución de Mayo de 1810 y sus seguidores se preocuparon por limitar el poder de coerción.

La democracia que nació a orillas del Plata contó con una generación impregnada de libertad que despreciaba la esclavitud política. De ahí que bregaran por la emancipación del espíritu americano y anhelaran la organización de la Patria sobre la base democrática. Esto revela una época histórica que contó con hombres eminentes cuyos principios debieran renacer en este Bicentenario, pues constituiría una reparación a funestas injusticias del presente. La filosofía liberal impide que las acciones de los hombres estén sometidas sólo a la voluntad del que manda o está en el poder.

Esteban Echeverría y Juan Bautista Alberdi afirmaron que: “La democracia no es una forma de gobierno sino la esencia misma del gobierno republicano…”. Ambos patriotas condenaron a los que venden su libertad pues ésta abarca todos los derechos del hombre y del ciudadano. La libertad política concede el derecho a tener opiniones; discutir libremente acerca de ella; hacer propaganda en su favor y tratar de lograr que triunfen determinadas ideas y tendencias relativas al gobierno democrático y a la sociedad, sin más limitación que aquellas surgidas de las leyes penales. Enseñaron que la libertad se apoya con firmeza en las leyes y en las costumbres.

Cabe recordar que en nuestro país las opiniones políticas diferentes u opuestas han dado lugar a la formación de partidos políticos desde los comienzos de la nacionalidad y nuestra historia incluye la lucha entre unitarios y federales. Es decir, entre los que querían la autonomía de las provincias (federales) y los que se inclinaban a la absorción de éstas por el Estado Nacional (unitarios). Imposible dejar de recordar aquí la tiranía de Juan Manuel de Rosas que dividió la sociedad e hizo famosa la frase: “Viva la santa federación, mueran los asquerosos, inmundos… unitarios…”. Rosas fue un tirano perseguidor del derecho. Fue un hombre cruel, popular por cálculo y por miedo –como lo reconocen las clases pensantes. Nadie ignora la desmoralización que provocaba y las cobardías que explotó. Fue abominable. Pero algunos publicistas y hasta poetas sin alas y sin alma lo niegan, atribuyéndole un presunto patriotismo propio de extravíos de interpretación, tercamente engañoso.

La Constitución Nacional actual considera a nuestro país una República Federal de acuerdo a lo que establece la normativa de la Ley Fundamental que considera que las provincias son autónomas porque se dan sus propias leyes, sus constituciones locales y la legislación inferior; que son autocéfalas porque eligen a sus autoridades sin intervención del gobierno central ya que las provincias –acorde con la normativa de la Constitución Nacional- deben conservar todo el poder no delegado a través de la Constitución al gobierno nacional.

Con relación al federalismo las provincias disponen de potestades frente a la invasión de la Nación. El jurista Quiroga Lavié afirma que éstas han sido las causas de la creciente unitarizacion de nuestro país. La reforma constitucional de 1994 ha tratado de paliar este exceso al reconocer a las provincias el dominio originario sobre los recursos naturales existentes en su territorio. En honor a la verdad, el federalismo es casi inexistente en la actualidad por determinación del gobierno nacional y en este punto es imposible dejar de recordar la frase que reiteraron los patriotas de la Revolución de Mayo que dice: “cuando los vasallos dormían el sueño de la indolencia, dejaban a sus amos la decisión de su destino incierto”. Y también aquella otra frase de inocultable certeza cuando afirma: “La mediocridad nada produce, es infecunda”. ¿Cómo calificar la imperturbable tranquilidad e impavidez con que tantos hombres vulgares y corruptos pretendan seguir sentándose en la silla del poder para degradar a la Patria? La historia, indudablemente nos pone ante la realidad.

Así como Esteban Echeverría, muerto demasiado joven, llevó una vida de probidad, de sufrimiento y de triunfos literarios supo conservar un corazón puro y elevado con brillantes facultades de su inteligencia. Fue portador en esta parte de América de las ideas liberales desarrolladas por la Revolución Francesa. Mariano Moreno se constituyó en jefe de los demócratas y por su inteligencia y actividad se convirtió en el alma de la Revolución de Mayo. Saavedra, jefe de los conservadores, gozaba de gran prestigio entre los jefes y fuerzas militares. Y podríamos continuar la enumeración de hombres eminentes que forjaron nuestra Patria y se desvivieron por organizar el país, como otros idearon que la divisa revolucionaria del 25 de mayo de 1810 debía ser celeste y blanca, precísamente en el día en que se instaló el primer gobierno patrio. La Asamblea del año XIII declaró Día de Fiesta cívica el 25 de mayo y el sol naciente del escudo nacional alumbra los brillantes destinos de la nueva Nación mientras una nueva orla de laurel simboliza los triunfos obtenidos por los gloriosos ejércitos de la Patria.

Y como lo previeron los patriotas de Mayo de 1810 en la Republica democrática que es esencialmente un Estado de Derecho, el principio de autoridad reside en la Constitución. ¿Se respeta actualmente el sentimiento constitucional de Mayo? Las constituciones escritas son indispensables para la existencia de la república democrática y obedecen a la necesidad de un orden jurídico estable y concreto, obligatorio para gobernados y gobernantes por igual sobre el que debe asentarse la vida política y social. En su generalidad y amplitud los principios constitucionales son auténticos contornos éticos y dentro de ellos debe encauzarse la vida del Derecho.

Los criollos ilustres que asumieron la responsabilidad de dejarnos como herencia una patria libre y soberana tenían la noción de democracia con instituciones que permitan la expresión de la voluntad popular mediante elecciones libres, previa ilustración cívica del pueblo; la discusión parlamentaria y el respeto a las libertades personales.

Es de lamentar que en este Bicentenario de la Patria, el partido en el poder no respeta la libertad de crítica pero insiste con la manifiesta intención de suprimir toda oposición, más el rechazo a la libertad de expresión en todas sus formas, incluidos los medios audiovisuales y la prensa. Humilla y avergüenza también que nuestro país ocupe uno de los principales lugares en la corrupción.

La Revolución del 25 de Mayo de 1810, comunal en su origen, fue continental por sus fines pues llevaba implícita la fraternidad, igualdad y libertad que encarna en la democracia.

(*) Nélida Rebollo de Montes, Profesora y periodista argentina ampliamente galardonada en el mundo.