jueves, febrero 03, 2011

La visita de Obama, por Hernán Felipe Errázuriz.


La visita de Obama,

por Hernán Felipe Errázuriz

La visita del Presidente Obama, espero acompañado de Michelle, es un acontecimiento para la cooperación bilateral y para plantearse frente a Estados Unidos en un plano de menos desigualdad, y también es una oportunidad para que Chile asuma sus avances y debilidades, y se proyecte al mundo bajo fórmulas renovadas.



Barack Obama había postergado a Sudamérica; no la conoce; la visitará por primera vez. Más importante, debía estrechar sus lazos con Dilma Rousseff, Presidenta de Brasil, la única economía de clase mundial de Latinoamérica y con un potencial de hidrocarburos que puede permitir terminar con la frágil dependencia norteamericana del petróleo venezolano. La mandataria brasileña le facilitó las cosas con sus críticas a los derechos humanos en Irán, lo que Lula no hizo.



El Presidente Obama asumió estas realidades de manera inédita: anunció su viaje Sudamérica ante el Congreso de los Estados Unidos, con ocasión de su Mensaje Anual a la Nación.



En su gira incluyó a Chile y por buenas razones. Visitar Brasil e ignorar al resto de la región habría sido demasiado, y Chile adquirió una visibilidad internacional excepcional en 2010. Cómo enfrentó catástrofes impactantes en el mundo, el terremoto y el rescate de los mineros permitió que la Casa Blanca destacara nuestras instituciones democráticas, el modelo económico y el liderazgo del gobierno de Sebastián Piñera.



Chile ya no pasa desapercibido y debe capitalizar esa exposición, como también corregir las numerosas falencias que dañan su imagen. La violencia en Magallanes y en Rapa Nui, el mal estado de la educación y los índices de pobreza inaceptables, las ráfagas de disparos de delincuentes para despedir a las víctimas del incendio de la cárcel de San Miguel y algunas extravagancias de nuestras autoridades, son rápidamente cubiertos por la prensa mundial, con reportajes negativos para la imagen chilena. Es el precio de la fama que significa asumir lo bueno y lo malo y, también, mayores compromisos internacionales. Es lo que espera el resto del mundo y Obama: suponen que no eludiremos participar en temas globales polémicos, en programas de desarrollo para terceros países, operaciones para mantener la paz y en otras dimensiones en las que podríamos aportar. Ya no es creíble guardar silencio ante abusos que se cometan, sea en Corea del Norte, Irán, Cuba o Venezuela, o que permanezcamos impasibles frente al anacronismo de los organismos regionales y no es razonable que no tengamos misiones diplomáticas suficientes con residencia en África y ninguna en Asia Central ni en los países bálticos.