viernes, agosto 07, 2009

"Pasas" para la memoria democristiana.

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Hay sujetos que se olvidan de lo que hacen y de lo que dicen ese parece ser el caso de las cúpulas de la democracia cristiana, en especial de los ex Presidentes Patricio Aylwin Azocar y Eduardo Frei Ruiz Tagle.

Al primero le recordaremos sus propias palabras después del 11 de septiembre de 1973, justificando la intervención de los militares, mientras que al segundo lo exhibiremos brindando con Pérez Yoma y el General Pinochet.

La escasa capacidad que vemos en los personeros DC, incluido “modesto” Pérez Yoma nos llena a preguntarnos ¿con que moral se lo pasan emplazando al resto de los nuestros conciudadanos.

Creemos que en la vida hay que tener coherencia y decencia, valores de los que ambos directivos de la falange parecen tener en dosis mínimas o carecer absolutamente de ellas.

Creemos que la mala memoria “selectiva” de estos personajes les inhabilitan para siquiera intentar que la ciudadanía les crea nuevamente, llevan decenas de años engañando a los chilenos.



martes, agosto 04, 2009

Salud: hora de cambiar la receta, por Cristina Bitar.


Salud: hora de cambiar la receta,
por Cristina Bitar.

La crisis del Hospital Félix Bulnes es un recordatorio brutal de las carencias del Chile real, ese que no sale del subdesarrollo, en el que no hay igualdad de oportunidades y en el que derechos tan básicos como el acceso a una atención de salud digna siguen siendo un sueño para millones de chilenos. Lo que duele es que estoy convencida de que no es sólo por falta de recursos. Salud, educación y seguridad son tres ámbitos en los que seguimos pegados en la discusión ideológica, prisioneros de los grupos de presión y esperando reformas con resultados prometidos hace demasiado tiempo, pero que no llegan.

Todo parece indicar que lo que ha pasado en este hospital es consecuencia de la mala gestión. La contraloría ha detectado un desorden monumental y, probablemente, si este centro asistencial tuviera los protocolos adecuados que normaran los procedimientos con los que funciona, ninguna vida se habría perdido.

¿Cuánto tiempo hace que venimos escuchando frases como que la salud necesita cirugía mayor? La solución, por cierto, no es sentarse a esperar que podamos inyectarle miles de millones de dólares al sistema público y, mientras tanto, no hacemos nada. Hay que avanzar ahora en tres áreas fundamentales: la construcción de hospitales concesionados, la acreditación de hospitales y clínicas, y el cambio radical en la forma de administrar los hospitales.

En materia de concesiones el caso español es digno de seguirse con atención. Un gobierno socialista, como es el de Rodríguez Zapatero, ha entregado en manos privadas la solución de las carencias en infraestructura hospitalaria y ha dado un salto gigantesco en un corto plazo. Chile debería hacer lo mismo y debería pensar en serio cómo se integra el esfuerzo público con el privado. La discusión no es si privatizamos la salud o si aumentamos el rol del Estado, el tema es cómo mejoramos la atención de las personas: que no tengamos pacientes hospitalizados en los pasillos, que no tengamos muertes por negligencias en los pabellones, que erradiquemos —hasta niveles aceptables— las infecciones intrahospitalarias. Si para eso es necesario inyectar gestión privada, hagámoslo ya; el resto es ideologización propia del siglo pasado.

La acreditación es otro paso urgente. La experiencia internacional y científica indica que éste es un camino fundamental a la hora de establecer protocolos que permitan hacer una adecuada gestión del riesgo en salud. Lo que el Estado no gaste en esto, lo tendrá que gastar en indemnizaciones por negligencia de sus centros, además del costo en vidas y lesiones graves de los pacientes. En el sector privado hay experiencias exitosas; ¿por qué no aprovecharlas? Hagamos convenios con esos centros privados y aprendamos de ellos.

Por último, lo más importante y lo más difícil es enfrentar el cambio en la gestión. La centralización, la falta de flexibilidad y de competencia tienen sumido al sistema público en un pantano del que no logrará salir. Si los hospitales no tienen administración de verdad autónoma, en que los directores puedan contratar, despedir y en que las prestaciones no se hagan a pacientes cautivos, sino que haya una efectiva competencia, no resolveremos el problema en el que estamos.

Lo frustrante es que todo esto lo saben y lo comparten prácticamente todos los técnicos en salud, pero no se avanza. La campaña presidencial debería ser una oportunidad de que las cosas empiecen a cambiar. Sobre todo, porque la receta se conoce; lo que ha faltado es valor para aplicarla.