Cánticos de sirena.

Se acercan las elecciones, nuestros políticos, como de costumbre desempolvan sus gastados discursos, preparan sus programas de ofertones, alistan son sonrisas y se aprestan a salir de cacería, a capturar nuestras voluntades con su verba y sus engaños, a hacerse con nuestra parte de la soberanía popular.

La temporada de sirenas ya se ha abierto, no de esas de bomberos, ambulancias o carabineros, sino que de aquellas que son mitad pez y mitad mujer. Son tan hábiles que hasta las hacen cantar para que ellas nos transmitan sus “cánticos” de sirena”, para así seguir mintiéndonos descaradamente.

Sin duda, esto que es una alegoría, pues todos sabemos que las sirenas no existen y en las historietas no hablan, sirve para graficar los artilugios que son capaces de utilizar para que volvamos a creer en sus promesas, ya añejas de tanto tiempo sin cumplirse, y les designemos con nuestros votos.

Ellos están dispuestos al sacrificio supremo de embolsarse asumiendo cargos que conllevan excelentes remuneraciones, el esfuerzo de soportar esos honores a los que son tan esquivos, y ciertamente los privilegios, como el de ni siquiera tener que asistir al lugar donde labora.

Para que nos formemos una idea, esos mismos personajes que se llenan la boca con las diferencias de ingresos, se han fijado remuneraciones, a las que agregando los beneficios que ellos se han asignado, equivalen a casi 124 veces el salario mínimo que ellos mismos han fijado para los trabajadores.

Sirvan estas palabras para destacar que no por hacer “gárgaras” con la defensa de los derechos de los trabajadores o de los más humildes corresponde necesariamente a la realidad. Se han “achanchado”, aburguesado, les ha gustado la buena mesa, les fascina la ropa de confección y los autos de lujo.

Los que realmente defienden nuestros derechos son necesariamente los que hacen mas alharaca con sus acciones, la generalidad demuestra que casi siempre los grandes defensores de los derechos populares son callados, quitados de bulla y generalmente son acusados por los zurdos de “conservadores”