La distorsión y falsificación de los valores está llegando a extremos muy difíciles de entender, por un lado nos muestran a terroristas, asesinos, secuestradores como verdaderos ángeles, mientras por el otro nos señalan a quienes les han debido combatir como criminales a los que hay que encerrar en las mazmorras oficialistas.
Los falsos “héroes” del izquierdismo enfermizo reciben todo tipo de granjerías del Estado, ese mismo al que trataron de asaltar y en su intento destruyeron, debe pagarles jugosas indemnizaciones, hacerse cargo de su salud y de sus descendientes, de la educación, de sus créditos impagos y muchos etc. más.
Seguir dejando que el mundo siga funcionando al revés es actuar con complicidad con la falacia que están imponiendo, premiar a quienes nos han intentado subyugar y tanto sufrimiento provocaron, para castigar de manera inmisericorde a aquellos a quienes pedimos velaran por la tranquilidad de la sociedad.
Las cosas hay que clarificarlas de una vez, el que pone una bomba es un terrorista infame, el que ataca a mansalva a un policía o uniformado, sobre todo que actúa oculto y con la ventaja de la sorpresa, es simplemente un asesino, el que secuestra no es otra cosa que un criminal.
Aunque sean disfrazados de neo Robin Hood solo son rateros de poca monta, liberticidas motivados por el resentimiento social, traficantes de drogas que persiguen el doble objetivo de obtener rentabilidad y de destruir los tejidos sociales, y vulgares asesinos. No basta con “estatuas” ni calles con sus nombres para cambiar la realidad.
El ataque de que estamos siendo objeto tiene connotaciones muy especiales, pues mezcla la psico-política, engendro comunista para manipular a las personas, con una trans-culturización acelerada, que hace más frágiles a las naciones, y una insidiosa prédica odiosa, basada en la envidia.
Así como no es aceptable este deleznable engaño, que nos lleva sin darnos cuenta, a la pérdida de nuestra libertades, tampoco es aceptable la burda caricatura con que se pretende presentar a quienes les combatieron, como criminales, ladrones o asesinos, sobre todo, cuándo han dejado al país en la senda del desarrollo.
Tenemos que invertir esta escala de valores distorsionada y enviar a la cárcel a quienes han atentado contra la Patria, la destruyeron, a quienes cobardemente han practicado el terrorismo, a quienes actuaron al servicio de potencias extranjeras y a quienes asesinaron a nuestros servidores públicos.
Nuestros soldados y policías deben ser liberados, redimidos de las injustas acusaciones que se les ha hecho, y también deben ser reparados por todos los sinsabores, personales, familiares e institucionales, que han debido soportar en esta absurda cacería de brujas que ha impuesto la “siniestra” internacional.
Los falsos “héroes” del izquierdismo enfermizo reciben todo tipo de granjerías del Estado, ese mismo al que trataron de asaltar y en su intento destruyeron, debe pagarles jugosas indemnizaciones, hacerse cargo de su salud y de sus descendientes, de la educación, de sus créditos impagos y muchos etc. más.
Seguir dejando que el mundo siga funcionando al revés es actuar con complicidad con la falacia que están imponiendo, premiar a quienes nos han intentado subyugar y tanto sufrimiento provocaron, para castigar de manera inmisericorde a aquellos a quienes pedimos velaran por la tranquilidad de la sociedad.
Las cosas hay que clarificarlas de una vez, el que pone una bomba es un terrorista infame, el que ataca a mansalva a un policía o uniformado, sobre todo que actúa oculto y con la ventaja de la sorpresa, es simplemente un asesino, el que secuestra no es otra cosa que un criminal.
Aunque sean disfrazados de neo Robin Hood solo son rateros de poca monta, liberticidas motivados por el resentimiento social, traficantes de drogas que persiguen el doble objetivo de obtener rentabilidad y de destruir los tejidos sociales, y vulgares asesinos. No basta con “estatuas” ni calles con sus nombres para cambiar la realidad.
El ataque de que estamos siendo objeto tiene connotaciones muy especiales, pues mezcla la psico-política, engendro comunista para manipular a las personas, con una trans-culturización acelerada, que hace más frágiles a las naciones, y una insidiosa prédica odiosa, basada en la envidia.
Así como no es aceptable este deleznable engaño, que nos lleva sin darnos cuenta, a la pérdida de nuestra libertades, tampoco es aceptable la burda caricatura con que se pretende presentar a quienes les combatieron, como criminales, ladrones o asesinos, sobre todo, cuándo han dejado al país en la senda del desarrollo.
Tenemos que invertir esta escala de valores distorsionada y enviar a la cárcel a quienes han atentado contra la Patria, la destruyeron, a quienes cobardemente han practicado el terrorismo, a quienes actuaron al servicio de potencias extranjeras y a quienes asesinaron a nuestros servidores públicos.
Nuestros soldados y policías deben ser liberados, redimidos de las injustas acusaciones que se les ha hecho, y también deben ser reparados por todos los sinsabores, personales, familiares e institucionales, que han debido soportar en esta absurda cacería de brujas que ha impuesto la “siniestra” internacional.
DELINCUENTES A LA CARCEL
LOS BUENOS A LA LIBERTAD.
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