Al pan, pan, y al vino, vino…….
El Presidente de Ecuador, Rafael Correa, aleonado por el tirano venezolano, Hugo Chávez, afirmo que todavía no había un proceso de paz en el conflicto con Colombia, asegurando, además, que si no había una fuerte sanción, su país que era pequeño pero digno haría valer sus derechos.
Correa llamó a llamar a las cosas por su nombre, al pan, pan, y al vino, vino. Siguiendo la petición de Correa, creemos que hay que puntualizar algunas cosas de manera que queden realmente claras, para que no sigan siendo deformadas por la dialéctica utilizada por el casto-chavismo.
Los miembros de la FARC son un grupo insurgente, que utiliza el terrorismo y el secuestro como herramientas políticas, además de el narco trafico como fuente importante de financiamiento.
El Gobierno de Alvaro Uribe es la autoridad legitima de Colombia, cuyas instituciones están siendo agredidas por una insurgencia que cuenta con respaldo venezolano y facilidades territoriales ecuatorianas.
La presunta violación del territorio de Ecuador se reduce solo al ataque de un grupo subversivo que se refugiaba en territorio ecuatoriano, la posterior asistencia y captura de materiales.
No hubo ataque contra las tropas ecuatorianas, tampoco intento por apoderarse de territorios de ese país, solo se trato de una legitima acción de auto defensa contra la cobarde agresión.
Pretender que los terroristas y narcotraficantes tienen derechos beligerantes es un despropósito lleno de amoralidad y pretender darles el mismo estatus que los agredidos es una inmensa maldad.
Es sabido que Correa, fiel seguidor de Fidel Castro y de Hugo Chávez, como seguidor del marxismo es poco dado a la verdad y utilizará cualesquier falsificación para lograr sus objetivos.
Como penúltima consideración, vale la pena destacar que la reacción demencial de Chávez y de Ortega, de Nicaragua, solo demuestra que a la voz del amo, los títeres se contornean a su ritmo.
Finalizando recordamos que hay varios gobernantes de esta misma tendencia que se encuentran camuflados, como Lula de Brasil, Bachelet de Chile o Fernández de Argentina.
Nosotros no nos convertiremos en cómplices de esta mascarada cobarde, ni por comodidad nos quedaremos callados, mucho menos por temor aceptaremos la estafa roja con que nos quieren engañar.
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