Cooperación con vecinos peruanos, por Hernán Felipe Errázuriz
Chile puede contribuir a la reconstrucción de algunos de los pueblos peruanos, de sus hospitales, escuelas y viviendas, destruidos por el reciente terremoto. Deberíamos ir más allá de la indispensable ayuda episódica de emergencia, de alimentos, frazadas y medicinas. No es un desastre más, que sólo se aborda con despachos aéreos y que se comparte con reportajes periodísticos. Es inentendible gastar indefinidamente decenas de millones de dólares en Haití y no asistir con importantes recursos a las urgencias de un vecino.
Cuando un país crece, su ayuda exterior debe crecer y modernizarse. Japón, con pasado conflictivo, y Singapur, con algunas diferencias, prestaron una masiva ayuda para la reconstrucción de pueblos de Indonesia destruidos por el tsunami. Los desencuentros entre países no impiden la solidaridad.
La ayuda humanitaria no es contradictoria con los reclamos por los agravios provenientes de la infundada pretensión peruana sobre territorio nacional. Chilenos y peruanos nos enfrentamos en el pasado en cruentas batallas en que los soldados chilenos -a veces olvidados- entregaron sus vidas por la integridad del territorio que debe defender nuestra diplomacia a través del derecho. Pero hemos estado junto al Perú en su gesta de la independencia -precisamente en Pisco desembarcó la escuadra libertadora, financiada por Chile-. Luego, luchamos codo a codo, con altos costos, en su guerra con España, de la cual no éramos parte en sus orígenes.
Experimentamos un intercambio sin precedentes con Perú, y decenas de miles de peruanos han inmigrado a Chile, muchos ilegales, que podrían beneficiarse ahora con una ley de amnistía y medios para ayudar a sus familiares víctimas del terremoto.
La diplomacia, desde sus albores, ha separado la cooperación de las disputas entre las naciones. Tucídides relata que, en el siglo V a.C., los aguerridos espartanos, aunque infructuosamente, negociaban sobre otros intereses comunes, mientras decidían qué actitud tomar frente a la violación de los tratados por los atenienses. Entonces, el rey de Esparta, Arquídamos, exhortaba a la serenidad en un discurso que terminaba sosteniendo: "Es contrario a la ley tratar de criminal a un país que está dispuesto a someterse al arbitraje".
No tenemos claridad para tratar y colaborar con nuestros vecinos. Actuamos pendularmente, sobre la base de expectativas y apaciguamientos ambiguos, seguidos de reacciones firmes; algunas veces, con encendidos conceptos, impacientes y politizados. Cambiemos el tono y la cooperación, para una mejor convivencia.
Nota de la Redacción: Por considerar que el tema es importante, hemos tomado de Diario El Mercurio esta nota.
lunes, agosto 20, 2007
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