martes, mayo 13, 2008
Ahora lo respetamos, don Evo…..
Nunca hemos sentido mayor simpatía por el actual Presidente de Bolivia, Evo Morales. Nunca nos han gustado sus ideas, de corte socialistas totalitarias, ni su inmoderado uso de la violencia para imponer sus términos de negociación. No nos agrada tampoco su racismo, las odiosidades que predica, como aprovecha los sufrimientos del pueblo o sus posiciones estatistas.
Desde que llegó al poder nos ha gustado menos todavía su manera de tratar de dominar al resto del país, la manera prepotente con que ha tratado de obligar al resto del país a someterse a sus arbitrios, o la forma grotesca en que hizo aprobar reformas legales en un cuartel militar y sin que se invitara a sus opositores, que legalmente estaban investidos para hacerlo.
No nos gusta tampoco su discurso belicoso, que vemos como la repetición de los de Hugo Chávez o de las antiguas andadas de su admirado Fidel Castro. No nos atrae tampoco ese estatismo enfermizo con el que quieren “nacionalizar” todas las actividades de las naciones, que nosotros vemos como el paso inicial para la imposición de la dictadura por vía laboral.
Pero, independiente de todo lo que pensamos de Morales, debemos decir que estos últimos días le hemos admirado y respetado, ojalá todos los gobernantes del mundo tuvieran los “cojones” para enfrentar voluntariamente a plebiscitos revocatorios y ciertamente tengan la disposición de respetar los resultados. Creemos que las autoridades Bolivianas, de ambos lados, nos han dado un ejemplo de civismo.
Es cierto que seguiremos opinando distinto a don Evo Morales, pero lo haremos manifestando que si bien ideológicamente ni en la manera de enfrentar el desarrollo tenemos nada en común con el personaje, nos sentimos en la obligación de manifestar nuestro creciente respeto y la admiración que nos provoca su sometimiento sin condiciones a la voluntad popular.
Al terminar esta nota, queremos hacer llegar al pueblo boliviano nuestros deseos de paz y progreso, que dependen solamente de que ellos sean capaces de deponer divisiones artificiosas para ponerse a trabajar en la construcción de los destinos de un país que ha sido privilegiado por una naturaleza generosa y tan mal gobernado, que pasa agudas necesidades.