Imagen tomada de: http://www.lavozdemaipu.cl
Hace un año se materializó el “sueño” de Ricardo Lagos, cuándo la Presidente Bachelet dio el vamos a su proyecto estrella de cambiar el sistema de locomoción colectiva de los santiaguinos.
No cabe duda alguna de que la fecha no amerita celebración alguna, a lo más recordar el aniversario de uno de los episodios más tristes de trasgresión sistemática y permanente de los Derechos Humanos de millones de capitalinos.
Es cierto que el sistema de las micros amarillas tenía bastantes deficiencias, pero también es seguro que era mejor que el TRANSANTIAGO, que además no requería de multimillonarios subsidios.
Este año se ha caracterizado por promesas no cumplidas de mejoramiento del servicio, baja en los déficit que ahogan al sistema, comodidad inexistente y un permanente engaño a la opinión pública y al Parlamento.
La pregunta que se nos viene de inmediato a la mente es de donde salieron los recursos, si no había plata para construir el puente sobre el Chacao y por cuánto tiempo será necesario el aporte de más de 400 millones de dólares anuales, unos 200 mil millones de pesos.
TRANSANTIAGO ha sido un drama para 5 millones de conciudadanos, a los que se ha quitado la posibilidad de vida familiar y el necesario descanso, con un cambio de vida negativo para la gran mayoría.
Hacemos un recuerdo de la fecha porque es necesario que no olvidemos la soberbia incapacidad de nuestros gobernantes ni su infinita habilidad para “trampear” al pueblo la verdad tratando siempre de culpar a otros de su ineptitud.
TRANSANTIAGO es el paradigma de una administración fracasada y muy poco capacitada, de la permanente falta de respeto a la ciudadanía y ciertamente de la corruptela que la Concertación ha instalado en la administración pública.
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