jueves, octubre 25, 2007

Debe renunciar, por Gonzalo Rojas Sánchez


Pocas, muy pocas veces, un columnista debe citarse a sí mismo o manifestar un yo te lo
advertí. Sólo una razón de bien común puede habilitarlo para una pedantería así.

Este es el caso. Bajo esta firma, desde el 2003, se viene insistiendo, de palabra y por
escrito, en la Fundación La Vaca, en la UDI, en La Tercera, en El Mercurio, en El Mostrador, en Capital, en La Nación, en Siete, para la agencia Orbe, en cuanto ambiente y en cuanto medio han estado legítimamente disponibles -y ciertamente contra toda aceptación social- en una afirmación que hoy parece confirmada: en Joaquín Lavín no se puede confiar, porque no es hombre de convicciones, no entiende la política y no tiene
profundidad. Buen tipo, en otras cosas, y punto; ojalá, punto final.

Que Carlos Peña haya detectado su enémiso intento por reinventarse, aunque el análisis
venga de quien viene, resulta sólo parte del problema. La gravedad de lo lavinista es mucho
más de fondo y está plenamente reflejada en su "Pensar Chile en grande" de hace diez días en El Mercurio.

No es hombre de convicciones. Afirma en esa publicación que no se moverá una coma de sus principios políticos, pero dos cosas delatan la falsedad de esa afirmación: por una parte, sólo un año atrás se movió kilómetros al renegar de su apoyo al Gobierno militar; y, por otra, hoy nadie conoce la lista de sus principios como para saber de qué metro cuadrado no se movería Lavín; en todo su artículo no hay una coma de principios sustanciales, porque ya no los tiene.

No entiende la política. Describirla como la actividad de los acuerdos implica ignorarlo
todo sobre la historia política y sobre su más íntima naturaleza. La búsqueda de la mayoría para respaldar la propia posición, el distinguirse del adversario, y consiguientemente, el conflicto y la confrontación, están en la esencia misma de la legítima lucha civil en la que se empeñan los que creen tener un mejor proyecto que los demás. Los que no se embarcan en eso, y hablan sólo de consensos, embaucan.

No tiene profundidad. Una y otra vez se le ha dicho que las encuestas no deben mandar y
que las pequeñas confrontaciones sociales son decisivas; pero él insiste en consultar los
números de las últimas llamadas telefónicas y adjudicarle a la sonrisa y al apretón de manos
las grandezas que sólo tienen las diarias gestiones en defensa de la vida, de la libertad de enseñanza, de la dignidad humana, actitudes que Lavín hace tiempo que ha abandonado, por considerarlas pelea chica.

Hoy, de modo plenamente responsable y bajo la misma firma que tantas veces antes
denunciara sus inconsecuencias, se proponen para discusión estas dos afirmaciones:

Primero: Joaquín Lavín debe renunciar ya a la Unión Demócrata Independiente, porque ni su estilo, ni sus principios ni su respeto con la historia son compatibles con el partido de Jaime Guzmán, al que le ha causado un daño enorme. Nada de desmarcarse, como anunció hace un año. Lo honesto es renunciar.

Segundo: Nunca más (al menos ya la vez pasada, este columnista marcó nulo) se debe votar por Joaquín Lavín.

Usted puede opinar. El volverá a guardar silencio.

3 comentarios:

METALJACKET dijo...

hola, te invito a visitar nuestra página, en que reflexionamos sobre el vacío discurso de la izquierda chilena
http://elladooscurodelaegb.blogspot.com/

Kenneth Bunker S. dijo...

certero es decir que la inconsecuencia es de lo peor que podemos encontrar dentro de la (etica) politica.

pero lamentablemente la estrategia va mas alla. y mas importante aun. recordemos que es el SOBERANO VOTO DEL PUEBLO el que decide. si fuera de otra forma, claramente no estariamos como estamos.

en cuanto a J.LAVIN. es un pulento. hay que decirlo. acaba de reaparecer en el mapa politico con su estrategia. por lo menos nos tiene a todos hablando de el. ahora, una cosa es que sea bueno, otra muy distinta es parecerlo sin serlo.

saludos, y dese una vuelta por aca...

Diario Reaccion Chilena dijo...

Estrategia, oportunismo son palabras con significados muy parecidos cuándo son torcidamente utilizados.
Baste ver com EL PUEBLO SOBERANO ha sido engañado por políticos que le han usurpado su parte de la soberanía, transformandose en verdaderos autocratas.
Lavín, en lo personal, nos parece una poersona decente, en lo politico nos averguenza.