Soy de aquellos que me preocupa mucho el quehacer y el futuro del país y veo con desesperanza, ésa es la palabra, como poco a poco cedimos y seguimos cediendo terreno en cosas importantes, que como presuntamente no nos afectarían en lo personal, las hemos ido dejando pasar.
Lamentablemente, hemos pecado de ingenuos o indolentes, porque cuando alguien trata y otro se deja, termina por implantarse el sistema del que trata y las arbitrariedades se van consumando, por lo que más temprano que tarde, sí nos terminan afectando.
La primera de estas cosas en la que hemos cedido es justamente en el tema de la justicia, lo que tiene consecuencias transversales en toda la actividad. Quienes debieran haber levantado la voz para condenar los fallos basados en fantasías como la del secuestro permanente, es decir, los abogados y también nuestros políticos, no lo hicieron y por lo tanto cedieron.
Cuando la amnistía se aplicó a los terroristas pero no a los militares tampoco lo hicieron y por lo tanto otra vez, cedieron. Cuando la ministra Chevesich acusa al subsecretario de obras públicas por fraude y el tribunal de alzada prescribe el delito y en otros casos iguales no, como los impuestos del general Pinochet, cedimos.
Cuando un Senador de la República usa facturas falsas para justificar gastos de campaña que no hizo y sigue como senador, cedimos.
Cuando un senador de la República copia de la wikipedia una estupidez contra la investigación en nanotecnología y no se le castiga moralmente por el descaro que tiene, cedimos.
Cuando la embajadora de Venezuela recorre el país haciendo proselitismo político y no se le para el carro, cedimos
Cuando los sobresueldos no declaran impuestos porque vienen de gastos reservados y a la población por una coma faltante nos condenan, cedimos
Hoy nos asaltan, roban, ofenden nuestra familias y el garantismo a ultranza con que se imparte justicia termina permitiendo que los delincuentes tengan más derechos que las víctimas y tampoco escucho o veo a los abogados o a la Corte Suprema o a nuestros dirigentes levantar un dedo para exigir que esto cambie,. Una vez más cedemos.
Mañana le tocará a las cuentas corrientes bancarias, que son investigadas por simple presunción de lavado de dinero, como ya está ocurriendo. No hay voz que se levante para parar este tema que vulnera nuestra libertad y privacidad, sin que siquiera lo sepamos o medie acción de la justicia.
En EFE se roban mil millones de dólares y el señor Ajenjo es defendido por el Ministro del Interior que votó con su carné de chofer, léase Carlos Figueroa, y no va a pasar nada.
Chiledeportes fue y sigue siendo un feudo de corrupción y ya nadie se acuerda ni va a pasar nada.
El Transantiago es un desastre descomunal y ya nadie protesta.
En la Educación quieren terminar con la libertad de enseñanza.
En Salud, el AUGE funciona muy mal.
En lo laboral, la ley de subcontratación se aprobó con el compromiso de la Presidenta de vetarla por lo mala que era, y una vez promulgada sigue siendo mala. La Inspección del Trabajo es un antro de discrecionalidad en contra de quienes damos empleo. Y no pasa nada.
La innovación está en cómo robar descaradamente con justificación legal. Esa es la innovación. Y no pasa nada.
La intervención electoral es ilegal y repugnante. Y no pasa nada.
Y no pasa nada, porque todo esto conmueve las conciencias de muy poca gente; no hay movilización ciudadana porque tampoco hay líderes que nos muevan.
Estamos encerrados en una mediocridad espantosa, por lo que pienso que este deterioro seguirá avanzando, porque los que tratan no tienen un contrapeso entre quienes nos dejamos avasallar.
Nuestros dirigentes no tienen ni la fuerza, ni la visión, ni el carácter, ni el liderazgo, ni la capacidad y creo que tampoco la voluntad, de mostrarle al país que las cosas se pueden hacer mejor. Y mientras eso no ocurra, nada va a cambiar en Chile para bien.
Triste lo que observo en mi país. El éxito económico ciega a la gente y no permite ver lo que verdaderamente está sucediendo. Nadie quiere problemas.
Nadie quiere que lo saquen de su burbuja. Pero poco a poco, lentamente, sigilosamente, en distintos espacios, el deterioro se va imponiendo. Al final, habrá que abrir los ojos, y cuando eso ocurra, vamos a pagar muy caro.
Nosotros que estamos en la madurez, tal vez (ojalá) no tendremos mayores sobresaltos, pero nuestros hijos y nietos merecen un mejor país.
Merecen un país del cual no sea necesario irse porque las oportunidades están acá, como les está pasando a los indios en la India.
Las futuras generaciones merecen un país en que las víctimas vean que se les hizo justicia y los delincuentes paguen por sus delitos, sean estos Presidentes de la República como le pasó a Richard Nixon o un lanza escapero del paseo Ahumada.
El reverendo Martín Niemöller, un pastor alemán, prisionero en la II Guerra Mundial, dijo: “primero vinieron por los comunistas y no hablé porque yo no era comunista; luego vinieron por los judíos y no hablé porque yo no era judío; luego vinieron por los católicos y no hablé porque yo era protestante. Entonces finalmente vinieron por mí y en ese momento no quedaba nadie para que me defendiera”.
Tomado de una página amiga.
jueves, octubre 18, 2007
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