martes, agosto 10, 2010

Canal 13: Una decisión acertada, por Cristina Bitar.

Canal 13: Una decisión acertada,

por Cristina Bitar.


El mercado de la televisión está cambiando aceleradamente. Como muestra de los grandes hitos están la pronta llegada de la tecnología digital, que reemplazará a la analógica y significará un cambio enorme en la industria; la creciente penetración de la televisión de pago, cuya cobertura aún es baja para nuestro nivel de desarrollo, pero que debiera llegar a niveles comparables a los de países equivalentes a Chile en los próximos años, y, por último, el proceso de venta de las concesiones universitarias a manos privadas, que culmina con la enajenación del canal de la Universidad Católica.


Se ha dicho mucho que, cuando llegó a Chile la televisión, el Presidente Alessandri, con una visión más bien escéptica de este medio de comunicación y de los riesgos que su mal uso podía acarrear a la sociedad, promovió que sólo pudieran ser concesionarios de señales el Estado y las universidades, pues estas instituciones garantizaban que se usaría el medio con responsabilidad y harían una contribución al bien común, lo que, se sospechaba, no harían los particulares. Sin embargo, el paso de los años, el crecimiento económico del país y los cambios tecnológicos, hicieron imposible seguir manteniendo estos criterios restrictivos. Al contrario, las señales universitarias fueron perdiendo competitividad y comenzaron a significar una carga económica imposible de sostener para las universidades de Chile, primero, y Católica, después.


Quedan aún muchos cambios por venir. La llegada de la televisión digital terminará con la escasez de espectro; la relación de los canales tradicionales y los operadores de cable no puede sino tender a cambiar hacia una de mayor grado de integración y cooperación, como en el resto del mundo; la multiplicidad de medios a través de los cuales los contenidos llegarán a las personas también significará una revolución en la manera de desarrollarse el negocio en su sentido más propiamente comercial. Por todo esto, creo que el ingreso de grupos empresariales importantes, que traen capacidad gerencial, respaldo financiero y visión de largo plazo, es una buena noticia para nuestra industria televisiva. La gestión que ha hecho Bancard con Chilevisión ha sido un ejemplo de que un canal de televisión puede ser una empresa rentable.


La decisión de la Iglesia Católica ha sido acertada. El 13 prestó un gran servicio al país durante distintos períodos de nuestra historia: entregó cultura, entretención, información; fue un medio de comunicación independiente, que simbolizó la defensa de la libertad de expresión en distintos momentos y con gobiernos de distinto signo político, y, con todo, fue un instrumento en la labor de evangelización. Pero en la última década el canal había empezado a perder sentido: la competencia lo llevó a incursionar en ámbitos difíciles de comprender a la luz de los principios de su controlador, como los denominados reality. El canal quedó más bien a medio camino entre lo que se debía esperar de una estación católica y lo que aparentemente necesitaba hacer para luchar con su competencia. Por ahí perdió su norte y los números comenzaron a convertirse en otro problema insoluble.


La Iglesia ha tomado la decisión correcta y el desafío de los nuevos controladores será ser fieles a la vocación del canal, que se expresará, probablemente, en la posición que la Iglesia sostendrá como socio minoritario; y al mismo tiempo lograr que canal 13 vuelva a ser un actor líder en una industria que cambia y en la que el camino fácil parece el de una televisión que aporta poco a la sociedad. Pero la esperanza de muchos chilenos, entre los que me cuento, es que Andrónico Luksic no habría asumido este desafío para tomar el camino más fácil.