Una sola voz,
por Hernán Felipe Errázuriz.
No es sorpresa que Perú fabrique un juicio, desconociendo el límite marítimo con Chile fijado por tratados internacionales, y recurra a la Corte de La Haya. A menudo los políticos peruanos usan las relaciones con Chile para mejorar su popularidad, para recuperar protagonismo, y hasta por frustraciones. Lo inesperado es que un ex Presidente y un ex canciller chilenos caigan en el mismo juego de algunos políticos peruanos.
Es legítimo discrepar en la conducción de la política exterior, pero, por sus anteriores cargos, se esperaría que ambos actuaran con una sola voz con el Gobierno chileno y que sus diferencias las plantearan por los canales apropiados, directamente a la Cancillería, para evitar que el país aparezca dividido en un tema de Estado.
No sólo en las formas están equivocados el senador Frei y el ex ministro Fernández, también lo están en el fondo.
Sostener que haber recurrido Perú a La Haya constituye un acto hostil es un error. Desagrado o no, Perú, como cualquier nación, tiene derecho a pedir la intervención de la justicia. Así procedió el Presidente Frei Montalva cuando Argentina desconoció los límites en el Canal Beagle. En el caso de Palena, el Presidente Alessandri ejerció el mismo derecho. Al plantear recurrir a la justicia, nadie señaló que eran actos inamistosos.
Pretender que la cooperación bilateral con el Perú podría inducir a la Corte a apartarse del derecho es otro error y un agravio a ese tribunal. Además, que las partes mantengan buenas relaciones durante un juicio es prueba de confianza en sus posiciones y lo esperable entre naciones civilizadas. Ello no impide la indispensable firmeza en la defensa de nuestros derechos o ante ilegítimos incidentes que provoque Perú, o proceder con cautela en las negociaciones con ese país.
La Presidenta Bachelet y su canciller Alejandro Foxley afirmaron, al presentarse la demanda peruana, que Chile “procurará que las relaciones con Perú continúen por la senda de mutua cooperación y entendimiento, en beneficio de sus respectivos pueblos”.
Y tenían razón, los lazos con Perú deben mirarse con visión de largo plazo y son demasiado importantes para que sean rehenes de la demanda marítima. Hay poderosas razones de seguridad nacional para fortalecer esos vínculos necesarios para la paz y para el bienestar de las actuales y futuras generaciones.
Tenemos una frontera común que preservar pacíficamente. Con Perú compartimos intereses, valores y principios; es nuestro principal mercado vecinal, por sobre Argentina; y son decenas de miles los peruanos legalmente residentes en Chile.
En estas dimensiones la cooperación mutua con Perú es fundamental para el interés nacional y es una política de Estado. Lo demás es politiquería.