martes, junio 01, 2010

Na’que ver con Chile, ¿o sí?, por José Ramón Valente.


Na’que ver con Chile, ¿o sí?,

por José Ramón Valente.

¡Qué irresponsabilidad la de los países europeos! ¿Cómo llegaron a tener déficits fiscales de más de 1% del PGB? ¿Cómo les permitieron endeudarse tanto? Estas son las afirmaciones y los reproches que, con un dejo de superioridad y soberbia, leemos en los medios, escuchamos en la televisión, la radio y las reuniones de negocio locales. Bueno, les tengo una noticia: si el precio del cobre bajara a un dólar la libra, Chile tendría hoy un déficit fiscal igual o superior al de Grecia, España o Portugal.

La regla de superávit estructural se diseñó originalmente para evitar que Chile se pusiera a sí mismo en una situación como la de los europeos. La idea era que el nivel de gasto público no superara lo que el país podía financiar en “condiciones normales”. De esta manera, en condiciones mejores que las normales, ahorraríamos para no tener que apretarnos el cinturón en los años en que las condiciones fueran peores que las normales.

Lamentablemente, y a pesar de que una abrumadora mayoría de los chilenos está convencida de lo contrario, en los últimos años de la administración del Presidente Lagos y durante los cuatro años del mandato de Michelle Bachelet, el gobierno chileno incrementó el gasto público en forma desmedida, poniendo a nuestro país en la misma senda de España y Grecia, hoy por hoy sindicados como irresponsables y derrochadores. El gasto público es hoy más del doble del que teníamos sólo cinco años atrás.

Cuando inauguramos la regla de superávit estructural las llamadas “condiciones normales” eran un cobre de 99 centavos de dólar la libra. Hoy, con un cobre por sobre los 3 dólares la libra, Chile cerrará el año 2010 con déficit fiscal. Los constantes “mañoseos” de los dos predecesores de Felipe Larraín con la contabilidad y los supuestos de cálculo de la regla de superávit estructural nos pusieron en esta incómoda situación. El resultado es que Chile es hoy un país tan dependiente del financiamiento externo como los más vilipendiados países europeos. Mientras Grecia depende de que otros países le sigan prestando plata para refinanciar su deuda, Chile depende de que China siga creciendo aceleradamente para que el precio del cobre no baje de precio. Se podría decir que Grecia, España y Portugal son germanodependientes, mientras que Chile es chinodependiente.

No existe realmente mucha diferencia en la forma en que países como España o Portugal han administrado sus finanzas y como lo ha hecho nuestro país. En los últimos seis años, Chile utilizó los recursos extraordinarios que le significó el alza del precio del cobre para subir artificialmente los sueldos de sus trabajadores, para financiar nuevos empleos improductivos, para mejorar las pensiones y para invertir el remanente en cuentas bancarias en el extranjero. España, Grecia y otros países europeos utilizaron la oportunidad extraordinaria para endeudamiento a bajas tasas de interés que le ofrecía el mercado y también subieron los sueldos y financiaron mejores pensiones, solamente que a diferencia de Chile en vez de invertir el dinero remanente en cuentas en el extranjero, lo invirtieron en carreteras, aeropuertos, y otras grandes obras de infraestructura, etc.

Los europeos pensaban que el mundo seguiría creciendo aceleradamente y que las tasas de interés continuarían bajas para siempre, así que la deuda y el déficit no eran problema. Los chilenos creemos y gastamos como si el precio del cobre se fuera a mantener arriba de tres dólares para siempre.

A estas alturas, usted estará pensando en lo absurda que resulta esta comparación. Aunque caiga el precio del cobre, dirá, y nuestro déficit fiscal se eleve a niveles similares a los de los países europeos, lo cierto es que Chile no tiene deuda externa, mientras que Grecia, España y Portugal están nadando en ella. ¿Cómo puede entonces compararse la situación chilena con la de estos países?

Sin duda que es mejor no tener deuda que tenerla. Sin embargo, en la eventualidad de que el precio del cobre baje de un dólar la libra, le puedo asegurar que no vamos a tener muchos bancos interesados en prestarnos plata. Es lo mismo que le pasaría a usted. Probablemente, hoy los bancos y las casas comerciales lo llaman insistentemente para ofrecerle tarjetas y líneas de crédito. Si por alguna razón, Dios no lo quiera, pierde su trabajo, es altamente probable que también su teléfono deje de sonar.

Con deuda o sin deuda, si los recursos que vienen del extranjero para financiar el exceso de gasto dejan de llegar, el ajuste de cinturón que hoy se les exige a los españoles y los griegos también tendrán que hacerlo los chilenos. La administración Bachelet entregó un país con un buen balance y un pésimo estado de resultados. En momentos de crisis, ¿qué banco estará dispuesto a prestarle a una pyme como Chile que tendrá gastos mayores que sus ingresos, haya o no haya deuda en su balance?

Gracias a Dios, el panorama no es tan malo todavía como se desprende del análisis anterior. Hasta el momento tenemos algunas ventajas importantes respecto de los europeos. El mundo todavía cree, igual que nosotros, que el crecimiento de China y, por tanto, el precio del cobre permanecerán altos por mucho tiempo. Esto nos da una oportunidad, que no sabemos cuánto va a durar, de utilizar nuestro balance para arreglar nuestro flujo de caja. Es decir, en vez de esperar de brazos cruzados a que baje el precio del cobre y tengamos que reducir el gasto y apretarnos el cinturón, debemos utilizar la capacidad financiera que tiene Chile, para hacer inversiones que aumenten nuestros ingresos futuros y permitan justificar nuestros actuales niveles de gasto. Austeridad y crecimiento financiado con nuestra capacidad de endeudamiento es lo que les propongo.

Si el año 2006 los europeos hubieran tomado conciencia de que el futuro podía no ser tan color de rosas como se veía hasta ese momento, probablemente habrían podido evitar o, al menos, aminorar la crisis actual. Chile es un país sísmico y, sin embargo, el terremoto pilló a nuestro gobierno muy mal preparado. Los vaivenes del precio del cobre son bien conocidos, es de esperar que un eventual derrumbe de su cotización nos encuentre en mejor pie para enfrentar ese desastre.