lunes, marzo 15, 2010

Cambios en la agenda internacional, Hernán Felipe Errázuriz.


Cambios en la agenda internacional,

Hernán Felipe Errázuriz.



El terremoto y sus secuelas también cambiarán la agenda internacional del Presidente Piñera. Podrá ser más selectivo que sus predecesores en sus giras al exterior. Tendrá excusas incontestables y estará aliviado para no perder el tiempo en inútiles y costosas cumbres presidenciales que caracterizan a Latinoamérica. Sumadas esas reuniones, en cuatro años, son meses adicionales para su tarea principal de dirigir la reconstrucción.


La Cancillería podría activarse para aprovechar la cooperación internacional y coordinar los programas externos disponibles que mitigan las catástrofes, su prevención y secuelas. Otros gobiernos cuentan con medios y experiencias valiosas que pueden suplir las deficiencias tecnológicas y de capital humano nacionales que se han hecho evidentes en las actuales emergencias. Las vacilaciones y contradicciones iniciales del gobierno anterior en esta materia han sido superadas, pero debería contemplarse una instancia, con jerarquía y dependencia directa del canciller para este cometido. Pocos países, o ninguno, son capaces de afrontar por sí solos las consecuencias de catástrofes significativas. Chile no es la excepción.


El pragmatismo del Presidente Piñera facilitará su política exterior, que ha dicho dará prioridad a lo vecinal y regional, sin desatender el elevado nivel en que se encuentran las relaciones con el resto del mundo. Inevitablemente tendrá que convivir con Hugo Chávez, que ha ocupado el vacío en América Latina y el Caribe por falta de liderazgos alternativos. Ello no impide fortalecer las relaciones con quienes han resultado agredidos indebidamente por el Presidente de Venezuela. Es el caso de Perú y de Colombia, y también de Honduras, donde debería restablecerse nuestro embajador en Tegucigalpa, al igual como lo han hecho los países integrantes de la Unión Europea, Panamá, Estados Unidos, Canadá, gobiernos asiáticos, Colombia y Perú, que han reconocido a su Presidente democráticamente electo.

Correlativamente, correspondería tomar mayor distancia de los aliados de Venezuela que pongan en peligro la seguridad hemisférica, como es el caso de Irán. En todo caso, el nuevo gobierno seguramente insistirá en su propuesta de reformar la OEA y mejorar la Carta Democrática (Lima 2001) para incluir la transgresión por la ilegitimidad de ejercicio de un gobierno de origen democrático.


El ocaso de Chávez, la agonía del castrismo y la superación de sus ideologías abrirán naturalmente espacios para el pragmatismo latinoamericano que representan líderes pragmáticos y modernos como Piñera. La urgencia está en lo interno.